domingo, 4 de mayo de 2014

ECOS DEL AMANECER
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Por: Deborah Leal Rodrigues






2.         El Buen Vivir Indígena: un concepto de pensamiento ambiental

El concepto de Buen Vivir indígena se sustenta en las relaciones forjadas en la familia, en el clan, en la comunidad, así como en la eficacia de sus sistemas adaptativos y tecnologías para la sostenibilidad de la cultura. Este concepto considera la organicidad de las relaciones humanas y productivas con el cosmos y su sostenibilidad; al contrario del concepto de desarrollo económico impuesto, que no previene la destrucción de estas relaciones. Según el pensador Kichwa Carlos Viteri:

“En la cosmovisión de las sociedades indígenas, en la comprensión del sentido que tiene y debe tener la vida de las personas no existe el concepto de desarrollo. Es decir, no existe la concepción de un proceso lineal de la vida que establezca un estado anterior o posterior, a saber, de sub-desarrollo y desarrollo; dicotomía por la que deben transitar las personas para la consecución de bienestar, como ocurre en el mundo occidental. Tampoco existen conceptos de riqueza y pobreza determinados por la acumulación y carencia de bienes materiales. Mas existe una visión holística a cerca de lo que debe ser el objetivo o la misión de todo esfuerzo humano, que consiste en buscar y crear las condiciones materiales y espirituales para construir y mantener el “buen vivir”, que se define también como “vida armónica”, que en idiomas como el “runa shimi” (qichwa) se define   como el “alli káusai” o “súmac káusai”… El rigor del “alli káusai” se sustenta en el conocimiento, que es la condición básica para la gestión de las bases locales ecológicas y espirituales de sustento y resolución autónoma de las necesidades. Aquello supone el desarrollo de sistemas productivos coherentemente adaptados a las condiciones del entorno…”.
                                                                                                                      (Viteri, 2003:4)

Desde el pensamiento ambiental, se abre la oportunidad para la emergencia de conceptos de desarrollo que avizoran futuros sostenibles con su factibilidad intergeneracional. Hasta el presente, aunque se ha pensado que los procesos y las relaciones intergeneracionales son importantes, esto no ha sido considerado un aspecto ineludible, como en las culturas ancestrales, cuando simplemente “ser el pasado, presente y futuro, es ser”. El pensador Kichwa Carlos Viteri, también hace una crítica a la imposición del desarrollo occidental, y cita que:

“La introducción del concepto de desarrollo en los pueblos indígenas, aniquila lentamente la filosofía propia del “alli káusai”. Porque a nombre de una supuesta modernidad y bienestar basado en la acumulación de bienes, se encuentra minando los patrones estructurales de la vida social y cultural de las sociedades indígenas, al aniquilar las bases de recursos de subsistencia y las capacidades, es decir los conocimientos para una resolución autónoma de las necesidades… Y también valdría la pena revisar el sistema educativo oficial (incluido la visión bilingüe intercultural), para constatar la exclusión y desvalorización del conocimiento y la filosofía de vida de las sociedades indígenas donde incide en la asimilación y dependencia de lejanos y peligrosos paradigmas… Todo esto con una insinuación implícita de que la superación de la “pobreza” indígena supone el acceso a los “beneficios de la modernidad”, cuyo camino es la “integración al mercado”, como el camino que conduce directo al desarrollo. Para lo cual los indígenas deben dejar de insistir en sus “tradiciones no rentables”, renunciar a sus bases locales de subsistencia y olvidarse de sus capacidades de gestión autónoma, para pasar a ser fuerza de trabajo, permitir el libre acceso a las actividades extractivas del subsuelo y de la biodiversidad y pasar a depender del Estado para que le resuelvan sus necesidades… Y viva el desarrollo indígena…”
                                                                                                                      (Viteri, 2003:5)

Después de veinte años de hacer histogramas del equilibrio por alcanzar con el desarrollo sostenible: equilibrio de rubros, de indicadores económicos, sociales y biofísicos, como si se jugara con las pesitas de las antiguas básculas, el futuro sostenible se materializa en la nueva asíntota y simplemente pide el cambio de las relaciones. Pide al corazón funcionar y a la intuición, “rehén del positivismo”, desarrollarse. Ambas son fuerzas de la naturaleza y representan el poder de sentir y de hacer el bien. “El bien del otro es mi bien”; así, la pobreza es la imposibilidad de reproducir sus vidas, sus culturas. El desarrollo ha sido tratado como un tema ineludible en el combate de la pobreza, pero ¿qué es pobreza en la visión de cada cultura?

“Piensan que somos pobres porque vivimos en chozas de  paja, con piso de arena, y porque no tenemos Macdonalds o el confort de la vida moderna. Pero, para nosotros, ser pobre es dejar de ser Kuna, es permitir que nos quiten este derecho”.

(Harmodio Vivar Icaza, Kuna, com. Pers. Leal, 03 de diciembre de 2003)

Se presentan otras definiciones de pobreza más relacionadas con las identidades culturales que con el “desarrollo necesario”. Desde el discurso que emerge: “ser pobre es dejar de ser quién es”, es perder su base cultural y así perder el futuro. Según el pensador Kichwa Carlos Viteri, no existe una definición compleja y crónica de pobreza en la visión indígena, pues esta es vista como condición transitoria de escasez material, normalmente alimentos, que está relacionada con problemas con la cosecha, según la cultura: ”derivados de lecturas equivocadas del tiempo agrícola”, como cita:

“Mútsui”, es un concepto que los quichuas de pastaza utilizan como una categoría de pobreza circunstancial. No se trata de la pobreza estrictamente material y de carencia de servicios entendidos desde la lógica occidental y, sobre los que los Estados y organismos internacionales elaboran tablas e indicadores de medición… Se entiende como la carencia de productos primordiales de la biodiversidad agrícola sin cuyo sustento resulta inconcebible la seguridad alimentaria. Las causas del “mútsui” pueden ser diversas, siendo la principal las inundaciones corroboradas por las fallas en la utilización de los distintos pisos ecológicos en la siembra itinerante… Está asociado a falencias relacionadas a la posesión y al manejo de la biodiversidad agrícola, al conocimiento sobre los tipos de suelos, los pisos ecológicos, entre otros aspectos. Y además está relacionada con la seguridad alimentar y concretamente con los productos agrícolas fundamentales, aún cuando la caza y la pesca no faltare… De ahí que la creciente adopción del criterio de pobreza material y monetaria resulta relativamente nuevo, como consecuencia de las transformaciones que se viven y fundamentalmente por la reducción paulatina de las bases locales de subsistencia, y la reducción de las capacidades de resolución autónoma de las necesidades, impuestas por el sistema educativo estatal, la ampliación de la frontera colonizadora, las agresivas actividades extractivas de hidrocarburos y de bosques; las migraciones, los procesos de urbanización de las comunidades indígenas amazónicas”.
(Viteri, 2003:6)

No obstante, para algunos organismos de cooperación, como la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), pobreza puede continuar siendo la imposibilidad de entrar en el mercado y mejorar el poder de consumo, como en la siguiente cita:

“La pobreza puede ser descrita como un estado de privación que impide a las personas satisfacer sus necesidades básicas en términos de alimento, salud, vivienda, bienestar y poder de decisión; ejercer plenamente sus derechos humanos y lograr su desarrollo como personas”.
                                                                                                          (Calderón, 2003:12)

Por otro lado, el abogado y filósofo Kuna, Harmodio Vivar Icaza, contradice el significado occidental de pobreza como la simple limitación en bienes de consumo, infraestructura y servicios. Para los Kunas, la pobreza sería: “no ser lo que son o lo que pretenden ser”. “Ser y poder ser” es la expresión de la felicidad por la cual lucha la resistencia política Kuna. El autor sostiene que la pobreza para su pueblo es peder su identidad, de modo que la no pobreza Kuna es producto de la lucha diaria de su pueblo por continuar su vida clánica.

Según el antropólogo Ricardo Megar Bao, pobreza entre los indígenas de México “es no tener familia”, también no tener familia es “no ser” simplemente. Esta misma definición se encuentra entre los Kunas, abrigados bajo una fuerte estructura clánica. Este “no ser” sería el resultado de las alteraciones irreversibles que la invasión cultural no conscientemente elaborada podría causar en su forma de vida colectiva-relacional y no precisamente el hecho de desaparecer físicamente. El mundo Kuna ha asumido que no puede esperar por ninguna concesión; es un mundo que tiene urgencia de sí mismo.

Este concepto contradice al pensamiento antropocentrista del Siglo XX, que se ha sustentado en dos ejes: 1) el mercado[1] y 2) el crecimiento económico, basado en el uso irrestricto de tecnologías que ignoran las necesidades de las culturas y del ambiente. El diálogo con la Pachamama[2] fue suprimido; los paradigmas fragmentarios del Siglo XX provocaron el distanciamiento de las culturas de sus propios mandatos y cosmovisiones,  válidos por ser producto de vivencias y nutrirse de las identidades establecidas en los cauces de la etnia y de los nuevos colectivos y sociedades locales auto-determinadas.




[1] En diferentes sentidos.
[2] Del Kichwa: Madre Tierra. 

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