viernes, 28 de agosto de 2015

MAESTRO COMENIUS EL PADRE DE LA PEDAGOGÍA

Nos dice el Maestro Comenius:



Comenzamos con la felicidad y sus fundamentos para poder enseñar a los adolescentes: se inicia temprano, antes de la corrupción de la inteligencia, se actúa con la debida preparación de los espíritus, va de lo más fácil a lo más difícil, se procede despacio con todo, no se obliga al entendimiento a algo que no le convenga, siempre es por un mismo método. La cultura-latina es y consiste en la educación general de todos, se educan virtudes como ya había mencionado antes, no solo se educa a los hijos de los ricos sino a todas las clases sociales. No es necesario que la escuela esté llena de gritos o golpes, debe necesariamente tener vigilancia y atención para todos sin ninguna excepción. La disciplina más rigurosa no debe emplearse con motivo de los estudios sino para la corrección de las costumbres. La academia es el más elevado conocimiento y de desarrollo para la persona estudiante, sus procedimientos son fáciles y prácticos, siempre buscan ir al fondo de las cosas, jamás se quedan con la primera impresión, son sabios y se ilustran en los libros. Hay una gran necesidad para reformar las escuelas y se sugieren los siguientes puntos:

Método de enseñar alcanzando la perfección

Ensayos de los inventores del arte tipográfico

Producir vastos ejemplares

No ser semejantes por sus características

Elegancia y primor

Revisar y corregir

En papel fuerte para que no se corra la tinta.



En su didáctica magna, hace una reforma de la organización escolar, distingue cuatro escuelas muy parecidas a las actuales:

- La escuela maternal: Sería la comparación a la guardería, que en total llegan hasta los 6 años. En esta el autor dice que se deben enseñar las ciencias.

- La escuela elemental: Es el equivalente a primaria (hasta sexto) que llega hasta los 12 años. En la época del autor, era obligatoria igual que en la actualidad. En ella se enseña una instrucción general y virtudes. Se cultiva la inteligencia, la memoria y la imaginación.

- La escuela latina o gimnasio: lleva de los 12 a los 18 años.Sirve para preparar a los alumnos para estudios superiores. Cuando acaban esta escuela los alumnos realizan un examen para comprobar quienes son aptos para entrar en la academia. Este examen es muy parecido al de selectividad.

- La academia: de los 18 a los 25 años, es muy parecida a la universidad, lo único es que ahora hay carreras que no duran tanto tiempo y gente que no tarda tanto o que tarda más que hasta los 25 años en aprobar. El Estado concedía becas como hace ahora.

Comenio introduce una innovación: El estudio de las mujeres, ya que estas, reconoce, son tan o más inteligentes que los hombres, también incluye la educación para las mentes menos capacitadas, ya que estas son las que más ayuda necesitan para llegar, aunque sea, a aprender costumbres. Intenta que el estudio empiece en una cosa sencilla y esta te lleve a una más compleja. También intenta que la educación sea razonada que los alumnos antes de preguntar reflexionen sobre ello. La educación debe llevarles a la libertad, el gozo de vivir y la dicha.

A lo largo de la historia de la humanidad, el análisis de las necesidades del hombre ha ocupado un lugar importante que aún conserva. Si bien éste análisis ha abarcado diferentes campos de la vida humana, el área que aparenta ser el centro, es la Educación. Y si bien ha habido interrupciones en la constitución del discurso pedagógico moderno, no podemos ignorar que las mismas han servido como momentos de observación y reflexión para la configuración de un nuevo discurso basado en los anteriores. Desde Comenio, la discusión sobre la escuela transcurrió por diferentes caminos, pero siempre se coincidió en la necesidad de educar al hombre para la sociedad en que vive.

Es así que vemos a Comenio presente hoy a través de la simultaneidad, la universalidad de la educación, y la alianza escuela-familia. Para este hombre, el único modo de que el individuo llegue a ser un hombre genérico y logre alcanzar la perfección es que no quede hombre sin llegar al saber erudito y es la escuela el vehículo por excelencia que está en condiciones históricas y tecnológicas de transmitirlo. 





Él promovió la reforma educativa a partir de un supuesto básico considerando que dado un alumno, un docente y un contenido, se podía modificar al alumno aplicando un método para acercarlo a un ideal socialmente aceptado. Como observador de la realidad de su época, calificó a las escuelas como “mataderos de mente” y su propuesta de cambio se fundamentó en tres premisas fundamentales: orden y método, facilidad para aprender y enseñar y solidez en todos los campos. Es por esto que su Didáctica Magna se transformó en la “caja de herramientas” de todo docente. Cambió los castigos físicos por el amor y la comprensión, determinó la necesidad del aprendizaje gradual y estandarizó la importancia de considerar a la educación como un proceso que abarca toda la vida del individuo. Es aquí donde cabe analizar a quienes Comenio consideraba “alumnos”.

Su propuesta era para “todos, todo y totalmente” como ya se citó al comienzo. Puede tomarse como demasiado amplio su concepto, pero en realidad observamos que su “todos”, era todos los niños sin deferencia de sexo, condición social o edad. Su “todo” era lo que el alumno necesitaba para su vida de infante y su “totalmente” involucraba al hombre íntegro considerando su vida intelectual, espiritual y física.

La escuela es pensada por Comenio, basada en una alianza escuela-familia, que imparte conocimientos estandarizados por medio de un libro único, que, a través de un método, instauraría una nueva forma social esencial en la vida de todo ser humano. Sin embargo, muchos años debieron pasar para que sus ideas se vieran plasmadas en las escuelas, que recibían al cuerpo infantil desplazado del seno de la familia, considerada incapaz de llevar adelante la tarea de educar. Este traspaso se basaba no sólo en esa incapacidad, sino también en que los niños aprenden mejor con otros niños y en manos de personas especializadas en el arte de educar: los maestros. Dijo Comenio “...la escuela debe ser un grato preludio de nuestras vidas...”.

Y el discurso pedagógico siguió su curso, entre interrupciones y grandes cambios para llegar a nuestros días y encontrarse actualmente pasando un momento de transición que requiere de todos: Estado, docentes, alumnos, padres, etcétera.

Como ya hemos mencionado en pocas palabras, la educación se coincide en la necesidad de educar al hombre para la sociedad en que vive. Es muy importante decir que las ideas principales de Comenio consisten en la corrección total de la humanidad y no en el sistema educativo. Para conseguir sus propósitos, Comenio empieza con la corrección del individuo porque sólo el individuo reformado puede favorecer a la corrección total de la humanidad. 


Hay que dar la mejor educación y formación a la gente, porque la educación es la puerta que nos lleva al saber y el saber es el medio que nos lleva a la corrección del mundo. Por tanto, la pedagogía y didáctica no fueron los objetivos sino los medios para conocer el mundo. 


Comenio se interesó por la Pansofía, un sistema de la cognición bien ordenado, la filosofía que a través del conocimiento intenta armonizar el mundo y eliminar las barreras entre la gente, por ejemplo los obstáculos lingüísticos. En esta filosofía, según él, consiste la reformación de la humanidad. Comenio entiende a la nación como una unión de la gente con una lengua, zona , cultura, economía y con un gobierno. Las naciones, con respecto a sus diferencias, deberían unirse a los conjuntos superiores, es decir, a una federación universal de los estados y naciones. Al final de su vida, después de desilusionarse por los monarcas alumbrados, llegó a la conclusión de que el mejor conjunto es la República.




En su obra fundamental, <<De rerum humanarum emendatione consultatio catholica>> que escribí durante un tercio de su vida, trata sobre estas ideas que armonizan el mundo. Tiene ocho partes: Panegersia, Panaugia, Pansofia, Pampedia, Panortosia, Panutesia y Lexicon reale pansophicum. En Panortosia explica sus ideas sobre el estado libre y colectivo, donde los conflictos se solucionan con el tribunal de paz, sin guerras y violencias. La obra de Comenio tiene muchas caras, sobre todo representa un programa reformatorio. Trató de armonizar la humanidad y esta idea, aunque con los aspectos utópicos, capta la atención del hombre actual tanto, que podemos considerar a Comenio como un filósofo contemporáneo.


De forma conjunta con la educación universal hay que mencionar un gran interés por América Latina de Comenio. En sus obras podemos encontrar muchas referencias de este continente. Un historiador de Hungría, Tibor Wittman, advertió de las menciones sobre América Latina en las obras pansóficas de Comenio. Al tratado de Wittman enlazó Josef Polišenský, un profesor de historia checo. En concreto, mencionó la obra <<Truchlivý>> donde Comenio habla sobre Bartolomé de las Casas y <<Posel míru>> donde trata sobre las navegaciones de los españoles al Nuevo Mundo.






lunes, 4 de mayo de 2015

Foto: Carolina Arias/PNUD.



El Buen vivir o Vivir bien puede ser a la vez un ideal de vida y una vivencia de algunas comunidades indígenas, pero desde los años noventa es sobre todo un discurso político muy sugerente que nace del aporte de intelectuales indígenas. Su mayor éxito político a la fecha reside en haber sido incluido en las Constituciones de Ecuador (2008) y Bolivia (2009), así como en los planes de desarrollo de los gobiernos de los mismos países.
Junto con las organizaciones indígenas y las instituciones gubernamentales pertinentes, desde el PNUD y el Sistema de las Naciones Unidas se ha dado apoyo para avanzar en el Buen vivir/Vivir bien en dos líneas prioritarias. En primer lugar, se ha ahondado en el debate, la reflexión, y la inclusión de los llamados “datos desagregados”, pues permiten comprender mejor las brechas de la población indígena respecto a la población mayoritaria y/o blanco-mestiza, y ayudan así a la elaboración de políticas públicas con mayor impacto. En segundo lugar, se ha puesto especial énfasis en la definición de los indicadores culturalmente adecuados, es decir, propios de los pueblos indígenas con base en su concepción de desarrollo.
En el marco del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas debe mencionarse el proceso de inclusión y ampliación de datos desglosados en las distintas estadísticas estatales y en los estudios de la ONU, especialmente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL; véase VV.AA., 2006), pero también del PNUD. Cabe recordar que en las recomendaciones de su segunda sesión (2003) el Foro subrayó “el papel clave del PNUD puede desempeñar en la recopilación de datos y el desglose a través de sus informes nacionales sobre desarrollo humano y los informes sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio”. Desde entonces se han publicado distintos informes de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) dedicados a la población indígena en varios países de Latinoamérica: Bolivia (2008), Ecuador (2009), Chile (2012), y Colombia (2012);[1] sin obviar informes generales de avance de los ODM igualmente con estadísticas desglosadas (Guatemala, Perú, Bolivia), e Informes  de Desarrollo Humano nacionales donde también se desglosaron datos de forma especial: Nicaragua (2005), Bolivia (2007), México (2010), y Colombia (2011).
Igualmente cabe recordar que desde el primer seminario de expertos sobre “recopilación y desglose de datos relativos a los pueblos indígenas”, celebrado en febrero de 2004 en Nueva York y organizado por el PNUD a petición del Foro, se recomendó a los Estados y las agencias del Sistema de las Naciones Unidas implementar proyectos en conjunto con los pueblos indígenas para el desglose de datos. También se apuntó que el desarrollo basado en derechos es clave para los pueblos indígenas, no solo como participación en la adopción de decisiones, sino también con indicadores de especial importancia como el acceso a los territorios y a los recursos (ONU, 2004: 12).
A partir de este seminario se han ido multiplicando una serie de talleres y seminarios regionales y temáticos en los que cabe destacar los referentes al derecho a la alimentación y la seguridad alimentaria, los vinculados al Convenio de Diversidad Biológica, y los dedicados a los ODM para 2015 y más allá (hoy Objetivos de Desarrollo Sostenible). A través del proceso global de identificación de indicadores culturalmente adecuados para los ODM, y gracias a las recomendaciones de las sesiones temáticas de 2005 y 2006 del Foro Permanente, se propuso el desglose de datos, eliminar algún indicador y añadir otros, como la proporción de población indígena con control pleno y efectivo de las tierras, territorios (incluido el mar) y recursos naturales ancestrales.
De acuerdo con la “Reunión regional de expertos de América Latina y el Caribe sobre indicadores de bienestar y pueblos indígenas”, realizada bajo el paraguas del Foro en 2006 en Bilwi/Puerto Cabezas, Región Autónoma del Atlántico Norte (Nicaragua), los temas que definen el “bienestar” (aún no había consenso en el concepto de “Buen vivir/Vivir bien”) de los pueblos indígenas son ocho, la mayoría de los cuales no se han visto en ninguna estadística estatal: (i) tierra y territorios; (ii) patrimonio natural y cultural colectivo; (iii) formas de organización social; (iv) identidad (colectiva y de género); (v) libre determinación; (vi) modelos de autonomía y autogobierno; (vii) relaciones interculturales, y (viii) grado o nivel de bienestar. A estos temas corresponderían tres tipos de indicadores: (i) estructurales (reconocimiento de derechos mediante ratificación y aprobación de instrumentos jurídico-legales); (ii) de proceso (políticas y normas concretas adoptadas), y (iii) de resultado (que miden el cumplimiento total de los objetivos de los otros indicadores) (VV.AA. 2008: 65-70).
Por último y como seguimiento a este taller regional de referencia, cabe subrayar el seminario regional del PNUD, realizado en junio de 2012 en FLACSO-Sede Ecuador, para establecer un puente entre la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas (UDAPE) de Bolivia y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) del Ecuador, en vistas a retomar y enriquecer el trabajo sobre indicadores alternativos que ambas instituciones estaban desarrollando desde 2009 y 2010, respectivamente.
En Bolivia, a través de un proyecto piloto, UDAPE se propone incorporar a las estadísticas nacionales, por ejemplo, la variable general de “consolidación del territorio”, en cuya variable intermedia de “Reconocimiento legal/estatal.  Establecimiento de límites” están los indicadores: “El territorio donde habita la comunidad pertenece a un Territorio Indígena Originario Campesino (TIOC)”, y “el TIOC ha sido titulado por el Estado”. En el Ecuador, los indicadores alternativos en que trabaja el INEC abarcan principalmente los de democracia, participación, gobernabilidad,  y autopercepción de bienestar con indicadores multidimensionales de pobreza (incluyendo la pobreza subjetiva, que suele ser más elevada que la medida por los indicadores clásicos de pobreza por consumo, por ingresos, o por necesidades básicas insatisfechas). Entre los puntos de las recomendaciones del seminario regional está el de “incorporar y utilizar la variable de territorialidad en los análisis estadísticos institucionales”, incluida sobre todo para animar al gobierno ecuatoriano a dar mayor visibilidad no sólo a las desigualdades de los distintos territorios administrativos, sino a la medición del Buen vivir en base al establecimiento o no de futuras Circunscripciones Territoriales Indígenas de acuerdo con la legislación vigente y con las estrategias territoriales poco operativas del Plan nacional para el Buen vivir 2009-2013 (hoy 2013-2017).
En este proceso de acompañamiento por parte de PNUD hay varias lecciones aprendidas: (i) Si el concepto Buen vivir/Vivir bien ha de servir para reequilibrar relaciones sociales desiguales y ahondar en el reconocimiento cultural, debería vincularse primero al enfoque de derechos, y de forma prioritaria a los dos instrumentos internacionales para los pueblos indígenas (Convenio n°169 y Declaración); (ii) El indicador de proceso principal para medir el Buen vivir sería así la consulta previa, libre e informada de buena fe, por ser la llave que permite abrir la puerta a los otros derechos; (iii) las organizaciones indígenas también subrayan la importancia de los indicadores sustantivos de tierras y territorios ancestrales, autonomía y autogobierno; (iv) Una de las consecuencias del éxito político del concepto es que ahora no sólo compete a los pueblos indígenas sino a toda la población, como evidencian las Constituciones y los planes de desarrollo de Ecuador y Bolivia. Estas cuatro lecciones apuntan a que la discusión y práctica del Buen vivir se vincula con la construcción del Estado plurinacional e intercultural, uno de los mayores desafíos del siglo XXI.

Referencias 
———      (2012). Recomendaciones del Seminario internacional “Auto identificación y nuevos paradigmas metodológicos para la medición del Buen vivir desde los pueblos y nacionalidades” (Quito, Ecuador, 6 y 7 de junio de 2012). Documento no publicado.
Valdivieso, Carlos (2011). Medición multidimensional de pobreza ¿y el desarrollo humano? En Boletín RDLH Humanum,  n° 76, Agosto de 2011.
VV.AA. (2008). Indicadores relevantes para los pueblos indígenas: un texto de referencia. Managua: Tebtebba/CADPI/AECID/Secretaría FPCI de la ONU. Accesible en:
- See more at: http://www.revistahumanum.org/revista/datos-desagregados-y-buen-vivir-los-aportes-del-pnud-junto-con-las-organizaciones-de-los-pueblos-indigenas/#sthash.GyzrUpia.dpuf

jueves, 30 de abril de 2015

Foto: El biólogo Edward O. Wilson en octubre de 2007, durante un encuentro en la Universidad de Yale. (CC/Ragesoss)


El biólogo Edward O. Wilson en octubre de 2007, durante un encuentro en la Universidad de Yale. (CC/Ragesoss)




Si preguntásemos a los padres de cualquier joven que haya ingresado este año en la universidad por sus preferencias a la hora de que su retoño seleccionase una carrera u otra, la respuesta más frecuente que recibiríamos es, probablemente, que les gustaría que esta fuese capaz de proporcionar trabajo a su hijo. Ello, probablemente, implicaría una carrera de las llamadas de ciencias. Una ingeniería, algo relacionado con la informática o con la tecnología. En definitiva, algo que tenga que ver con el futuro y lo tangible, y no con lo abstracto y lo anticuado, como la filosofía o una filología o, aún peor, cosas de artistas como Historia del Arte o Comunicación Audiovisual.

No hay más que echar un vistazo a lo que está ocurriendo en la universidad americana para comprobar que es así. Como han publicado los medios estadounidenses, es la primera vez en sus casi 400 años de historia que la Universidad de Harvard cuenta entre sus alumnos con más estudiantes de ciencias –concretamente, de ingeniería y ciencia aplicada– que de humanidades. En concreto, la facultad de artes y humanidades cuenta con 746 matriculados, mientras que SEAS (Harvard’s School of Engineering and Applied Sciences) ha admitido a 775 estudiantes. Además, más de 800 jóvenes de las distintas ramas se han matriculado en el curso CS50 sobre Introducción a la Ciencia Computacional, que ha sido considerado ya como el curso de moda en las facultades americanas. Como explicaba el profesor de Harvard Harry Lewis, “la tendencia ha ido definitivamente en alza en todos los cursos de informática de los últimos cinco años”.


En dicho contexto, el biólogo ganador por dos veces del Premio Pulitzer Edward O. Wilson ha publicado su nuevo libro, The Meaning of Human Existence, en el que examina lo que hace al ser humano tan diferente al resto de especies animales. Nominado para el National Book Award de no ficción, el libro defiende, en el extracto que ha publicado The Huffington Post, la tesis de que son las humanidades, y no las ciencias, lo que distingue al ser humano. Y lo explica muy bien.

¿Qué pensaría un extraterrestre?

Pongámonos en la piel de un habitante de otro planeta que, en su exploración de otras galaxias, llegase a la Tierra, propone Wilson. Sin ninguna duda, se quedaría prendado de un gran número de nuestras obras y expresiones, pero estas probablemente no serían la ciencia ni la tecnología, sino lo que llamamos humanidades, es decir, la cultura, el arte, el pensamiento, la lengua… ¿Por qué debería mostrar interés en nuestra tecnología un ser que ha llegado hasta el punto de poder viajar a otros planetas? ¿Le interesaría el último modelo de iPhone? ¿Acaso la última aplicación para compartir coche? No, es la respuesta obvia. “No tenemos nada que enseñarles”, recuerda el biólogo. “Tened en cuenta que casi todo lo que puede llamarse ciencia tiene menos de cinco siglos”. Probablemente, todos nuestros adelantos les parecerían obsoletos.La diversidad cultural de la Tierra es nuestra gran herencia

Puede parecer un ejemplo improcedente, pero el también novelista recuerda que dichas hipótesis son una buena manera de poner en perspectiva nuestras consideraciones sobre el mundo que nos rodea. Otro buen ejemplo es el deEinstein, que por muy inteligente que fuese, y por mucho que cambiase la historia de la ciencia en su madurez, no habría podido enseñar nada a sus profesores de física cuando era un bebé. Esa es nuestra posición frente a un hipotético visitante del espacio. Tampoco estos se mostrarían especialmente interesados por nuestra fauna y flora, puesto que su tecnología les permitiría comprenderla al segundo. Y, sin embargo, sí hay cosas que podrían estudiar y aprender de nosotros, y es la cultura.


Las humanidades siguen siendo nuestra guía en la oscuridad, recuerda Wilson. (Corbis)

Como explica Wilson, a lo largo de los últimos miles de años unas culturas aparecieron, y estas dieron lugar a otras, y estas a muchas otras. Hoy en día, hablamos más de 7.000 lenguas –aunque muchas de ellas se encuentren enpeligro de extinción– y en cada esquina del mundo y a pesar del avance de la globalización existen distintos dialectos, prácticas económicas y sociales o creencias religiosas, a las que hay que añadir las que ya no existen pero se conservan en los libros de historia. “La evolución cultural es diferente porque es completamente el producto del cerebro humano”, explica el biólogo, que recuerda que para su conocimiento “hace falta un contacto íntimo con la gente y el conocimiento de incontables historias personales”. Siglos y siglos de investigación para entender milenios de historia. En definitiva, un pozo inagotable.

Por qué la tecnología no es tan importante

El autor aduce un puñado de razones por las que, aunque la tecnología deslumbre al urbanita del siglo XXI, en realidad no se trata más que de una situación temporal. “Los descubrimientos científicos y los avances tecnológicos tienen su ciclo vital”, recuerda. Es probable que pronto este empiece a ralentizarse cuando alcance un determinado nivel de desarrollo. Es más, el biólogo recuerda cómo ya ha comprobado que la tecnología necesaria para realizar un descubrimiento científico verdaderamente significativo se ha encarecido y ralentizado durante los últimos años.Promocionemos las humanidades, que son lo que nos hacen humanos, y no usemos la ciencia para hacer el tonto con el absoluto e inigualable potencial del futuro humano

Además, frente a la diversidad de la cultura, la tecnología y la ciencia son, por naturaleza, homogéneas y homogeneizadoras. “La ciencia y la tecnología serán las mismas en todas partes, para cada cultura civilizada, subcultura y persona”, recuerda. “Lo que seguirá desarrollándose y diversificándose hasta el infinito son las humanidades”. En el mundo globalizado, marcado por los grandes movimientos migratorios y los matrimonios interraciales, la variación genética entre poblaciones ha declinado, pero ha aumentado dentro de cada población y, por lo tanto, también en la raza humana.

En último pero no menos importante lugar se encuentra todo aquello a lo que el hombre tendrá que enfrentarse en las próximas décadas gracias al desarrollo de la ciencia. Pronto, gracias a la biotecnología, la nanotecnología y la robótica, podremos modificar el genoma de nuestros hijos o crear implantes cerebrales para mejorar nuestra inteligencia. Ahí es donde irrumpen, de nuevo, las humanidades, que son las encargadas de resolver los problemas morales, filosóficos y sociales que tales avances producen. “Promocionemos las humanidades, que son lo que nos hacen humanos, y no usemos la ciencia para hacer el tonto con esa fuente inagotable, el absoluto e inigualable potencial del futuro humano”, concluye el autor de la Nueva Síntesis.



















miércoles, 8 de abril de 2015

A tarefa monumental de Sociologia e Filosofia

Há sete anos, disciplinas se tornaram disciplinas obrigatórias no Ensino Médio após intervalo de quase quatro décadas


Por Cinthia Rodrigues





Os mais de 10 milhões de brasileiros que se formaram no Ensino Médio nos últimos sete anos levaram da escola algo que não foi oferecido a quem se formou nas quatro décadas anteriores: aulas de Filosofia e Sociologia. Com a missão generalizada de “ensinar a pensar”, as disciplinas ainda esbarram em dificuldades para efetiva implantação em sala de aula, mas especialistas, professores e alunos já visualizam frutos.


“Ganha-se sempre, mesmo que ainda haja necessidade de ajustar conteúdos e profissionais a formar”, diz a professora de Filosofia da Universidade de São Paulo, especializada na história da disciplina, Olgaria Chain Féres Matos. “Não há dúvida de que houve avanço”, afirma, na mesma linha, Juvenal Savian Filho, professor da Universidade Federal de São Paulo “Os problemas da nossa sociedade são grandes, mas certamente começamos a construir algo”, diz André Ricardo de Souza, professor de Sociologia da Universidade Federal de São Carlos.


A ênfase dos três aos resultados positivos se dá depois de uma longa lista de problemas que as disciplinas ainda têm a enfrentar. Só o fato de ser apresentada aos alunos no Ensino Médio, etapa que reúne os piores indicadores da educação brasileira em termos de evasão e aprendizado, já impõe um obstáculo a todos os conteúdos para adolescentes, mas Filosofia e Sociologia têm um histórico difícil a vencer.


As duas áreas foram banidas do currículo brasileiro em 1971, pela reforma educacional feita pelo regime militar. Antes disso, filósofos e sociólogos já estavam entre os primeiros perseguidos desde o golpe de 1964. Aulas que ensinassem os alunos a fazer as próprias análises por diferentes vertentes e questionar políticas eram consideradas afrontas e punidas. Como substituta, foi criada a Educação Moral e Cívica (EMC) com conteúdos de doutrina patriótica.


Até aí, muitas outras foram as áreas prejudicadas pela ditadura, mas Sociologia e Filosofia permaneceram afastadas das escolas por mais 20 anos depois da queda do regime. A redemocratização começou oficialmente em 1985. Em 1988 foi promulgada a atual Constituição, em 1993 a EMC saiu do currículo e, em 1996, a Lei de Diretrizes e Bases delineou novos direitos dos estudantes, mas Sociologia e Filosofia não apareciam como disciplinas.


Só a partir dos anos 2000, redes particulares e estaduais começaram a inserir os conteúdos na grade e, em 2008, foi instituída a obrigatoriedade por lei. “O intervalo de quase 40 anos fez com que a escola perdesse todas as referências de como os assuntos eram tratados. Teve-se que começar de novo, sem materiais atuais”, comenta Souza.


A primeira questão que se impôs foi o currículo. O Ministério da Educação não define exatamente o que deve ser ensinado, apenas orienta que o professor percorra temas que envolvem vida, cidadania e arte com base nas principais linhas de cada uma das disciplinas. Savian Filho acha que este é o caminho para escapar do “achismo”.


“Boa parte das reflexões têm elementos da atualidade ou dão base para se refletir sobre o momento atual, mas se não forem apresentadas as questões históricas e como cada filósofo em seu tempo tratou dos temas, corre-se o risco do debate livre. Isso não é Filosofia”, explica. Ele frisa que a análise histórica mostra que não existe o bem e o mal ou o certo e o errado, a não ser diante de contextos, análises e paixões que são do indivíduo que faz o julgamento.


Olgaria define sua área como “uma interrogação sem conclusão” e a missão da Filosofia como “abertura de espírito para entender que a verdade nunca está de um lado só”. Ela defende que todos os estudantes têm direito a conhecer o patrimônio do pensamento acumulado pelos principais pensadores que se conhece e saber também como cada corrente questionou as anteriores. “Aristóteles e Platão terão sempre que ser estudados, mas foram questionados por Descartes (1595-1650), que foi questionado por Kant (1724-1804). As questões são muito mais importantes.”


Em Sociologia, Souza defende o mesmo. As bases teóricas dos pais da disciplina, Karl Marx, Max Weber e Émile Durkheim e textos contemporâneos que sirvam de “instrumental teórico” para tratar da vida em sociedade e temas como religião, trabalho, cidadania, lutas de classes e política.


A tarefa é considerada gigantesca por precisar fazer contrapeso à mídia e ao reducionismo das redes sociais que parecem levar cada vez mais a uma divisão da população diante de qualquer assunto. “Ao mesmo tempo que isso comprova a necessidade de ensinar a pensar e fazer análises embasadas, não dá para ignorar o tamanho do desafio”, comenta o sociólogo.


Para Olgaria, pesam também os problemas sociais que impactam na Educação e aumentam a falta de base cognitiva e informação entre os alunos. “É muito difícil pedir a um adolescente que saia do senso comum quando ele, muitas vezes, ainda tem dificuldade básica de interpretação e lógica. Mas ainda assim é preciso atuar e dar alguma base teórica que os alcance”, diz.

Outro problema de ordem prática é a falta de professores com formação específica. Quando Filosofia e Sociologia voltaram para o currículo do Ensino Médio, a Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Ensino Superior (Capes) informou que, mesmo somadas, as disciplinas só tinham metade dos cem mil profissionais da área necessários. Cerca de 70% dos professores que passaram a dar aulas tinham formação em outras disciplinas como História e Letras.

No ano passado, um levantamento do Tribunal de Contas da União feito em todos os estados, exceto São Paulo e Roraima que não permitiram a investigação, revelou que o porcentual havia se invertido. Atualmente 70% dos professores do Filosofia e Sociologia são formados em uma das duas áreas correlatas. Os 30% restantes, no entanto, ainda são uma parcela bastante grande.


O professor Renato Fialho Júnior, formado em Ciências Sociais pela Universidade Estadual do Rio de Janeiro quando as disciplinas ainda estavam longe do currículo, em 1991, afirma que a insegurança e os salários desviam o interesse de mais profissionais. Ele trabalhou por mais de uma década como com sociólogo pesquisador em um instituto de pesquisas e começou a dar aulas há 10 anos. Atualmente trabalha em três escolas de Nova Iguaçu, na baixada fluminense, com 18 turmas diferentes, a maioria de Sociologia, mas quatro delas de Filosofia.


“Por mim, dava aula apenas de Sociologia e em menos escolas”, comenta. Ele reclama que, desde a obrigatoriedade, a rede estadual do Rio de Janeiro previa duas aulas de cada uma das duas disciplinas nas três séries do Ensino Médio, mas, em 2012, houve redução no primeiro e segundo ano, que passaram a ter uma aula cada. “Antes eu podia completar minha carga com duas escolas. Três se optasse apenas por Sociologia. Agora, preciso de três com as duas disciplinas para chegar a 40 horas e, ainda assim, o salário de professor não é grande atrativo”, comenta.


Para ele, as discussões sobre reforma do Ensino Médio e agrupamento de disciplinas são um risco para as áreas específicas depois de tão pouco tempo de retorno. “Na campanha presidencial, quando os candidatos falaram no assunto, as primeiras matérias que visualizamos como sendo fundidas foram as duas”, afirma. Ele também reclama da reação dos governos a movimentos grevistas ou mesmo protestos de alunos capitaneados por profissionais da área. “Querem uma sociologia que não questione, seria estelionato.”


Mais uma vez, Olgaria vê na falta de compromisso com as áreas um exemplo da falta de olhar crítico sobre o sistema escolar. “Temos um excesso de conteúdos de Ciências Exatas que nunca serão usadas pela maioria das pessoas e raramente alguém questiona, mas a Filosofia lida com as questões da vida. Uma área que certamente tem feito falta à nossa sociedade”, reclama. “Engana-se quem pensa que esses temas são familiares, eles exigem reflexão profunda e embasada, mas depois serão úteis em todos os dilemas.”


O professor de Filosofia Antonio Kubitschek, de Taguatinga, Distrito Federal, pode considerar que obteve sucesso no despertar da reflexão. Ele ficou famoso por colocar em uma prova um enunciado que chamava a funkeira Valeska Popozuda de “pensadora contemporânea” para provar aos alunos como a mídia julgava sem análise. Meses antes, ele havia previsto que os jornalistas convidados para uma mostra cultural no Centro de Ensino Médio 3, em que trabalha, não viriam, mas o procurariam para falar da questão de prova.


Os estudantes viram o episódio ganhar repercussão nacional e pessoas sem qualquer informação sobre o caso cometerem julgamentos precipitados e cheios de erros. “Eu me divertia com os comentários nas matérias, mas eles começaram a ser tão ofensivos que acabei por responder”, conta Gabriel Guilherme Barros Magalhães, 19 anos, que foi um dos alunos a receber a responder a avaliação polêmica.


Ele escreveu um comentário de seis parágrafos em resposta a centenas em um site de notícias. “A matéria dada pelo professor Antônio tratava a respeito da Teoria do Desenvolvimento Moral. Eu não vou explicar isso aqui, pois acham-se no direito de julgarem um professor de Filosofia, creio eu que devem ter conhecimento a respeito do assunto. No entanto, um dos tópicos foi o dilema de Heinz, proposto por Kohlberg”, dizia parte do texto que seguia explicando o dilema (roubar ou não um remédio que salvaria uma vida e como cada resposta denota um nível de moralidade).


Ao final, concluía: “O que acontece nesta situação é o mesmo: ‘Não devia ter colocado a questão na prova pois é um professor e isso é errado’ é o nível convencional, terceiro estágio, pertencimento ao grupo. Quando suas respostas a isso, como adultos, deveriam estar no nível pós-convencional, destacando o conflito entre a ética profissional e o direito que cada pessoa tem de exercer a própria vida, ou no sexto estágio do nível pós-convencional. Mas, infelizmente, como diz Kohlberg, nem todos os adultos atingem este nível, devido à educação e vida que recebem, em condições diferentes”.


Gabriel afirma que a resposta poderia ter sido dada por qualquer colega e que as aulas costumavam motivar a sala e fazê-los pensar além do obvio. Este ano, ele presta vestibular para Letras, mas acredita que as disciplinas que mais o moldaram foram Sociologia e Filosofia. “Me considero uma pessoa melhor pelo que aprendi. Mais ponderada e com uma visão mais ampla e abertura para os argumentos. Não moldou minha escolha profissional, mas é parte do ser humano que sou.”


FUENTE:http://www.cartanaescola.com.br/single/show/491?utm_content=buffer2ec24&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

miércoles, 1 de abril de 2015

DESCOLONIZANDO LA ANTROPOLOGIA EN EL SIGLO XXI COMO UNA CIENCIA HUMANISTA


Hamer people in a village near Turmi in the Omo Valley of Southern Ethiopia - now at risk from a huge dam project and sugar plantations. Photo: David Stanley via Flickr (CC BY 2.0).

Spot the anthropologist? Hamer people in a village near Turmi in the Omo Valley of Southern Ethiopia - now at risk from a huge dam project and sugar plantations. Photo: David Stanley via Flickr (CC BY 2.0).


Anthropology is so important, all children should learn it


Marc Brightman
10th March 2015



Opening children's eyes to the wonders of cultural diversity, and the different ways of living sustainably in the world, ought surely to be a core aim of our education system.

Anthropology, the study of humankind, should be the first of all the sciences our children encounter, writes Marc Brightman, with its singular capacity to inspire the imagination, broaden the mind and open the heart. Moves to downgrade it in the education system by those who know the price of everything, and the value of nothing, must be fought off.



Anthropology has been in the news because its A-level, only introduced in 2010, is under threat.




This discipline has never been more important at a time of troubling intolerance in society, but it does far more than merely help understand ethnic diversity.




Anthropology includes biological, linguistic and medical fields as well as social and cultural ones, and is as much about human ecology as it is about the 'ecology of mind', to recall the title of Gregory Bateson's classic work.




I can remember when I was choosing what to study at University. I loved languages, literature, history and art, and I yearned to travel. But I had never heard of anthropology.




It was only later, as a student of English literature, that I read Lévi-Strauss's Tristes Tropiques and was spellbound by the story he told of his experience of the degradation of the environment by colonialism, and of the mental worlds of the Bororo and Nambikwara people, which were so close to having been obliterated.



Many of my students tell me similar stories of how they discovered anthropology by accident, and when I tell them about the anthropology A-level they say they wish they could have taken it at their school.




Anthropology is a key to ecology as well as culture




Lévi-Strauss's melancholy tone, expressed in the title of his book, comes from witnessing the erosion of both cultural and biological diversity. Rooted in older disciplines closer to the natural sciences, such as geography and biology, as well as in humanities and social sciences, anthropology is about human ecology, different ways of being in the physical world, and about sustainability - not just culture and identity.




It is good that the press has recently covered the well justified protests against the axing of the anthropology A-level before it has even been given a chance to take root (most schools still do not have the capacity to offer it). But the reports emphasise only the value of anthropology for understanding cultural difference.




Yes, it is true that anthropology can help us to understand and relate to different cultures, different ways of being in the world. It can certainly offer ways to educate people to become more tolerant of diversity. But anthropology is much more than this.




In the face of a global ecological crisis which most of the press fails to take seriously, the discipline also has much to offer. Anthropologists are well known for documenting traditional livelihoods, which are often sustainable adaptations to environments which would be difficult to live in without rich bodies of traditional knowledge and practice to draw upon.




As The Ecologist frequently reports, many indigenous peoples have a wealth of traditional knowledge, which is embedded in complex sets of practices that are compatible with, and indeed founded upon, long term ecological relations.




Anthropologists have been at the forefront of efforts to understand these practices and to bring them to the attention of the wider world. We show how people manipulate their environments to make them more productive, rather than depleting the resources that they find - examples of anthropogenic forest islands or dark earths are cases in point.




The myth of 'wilderness'




Land that is not intensively farmed is often all too easily labelled as 'wilderness', and incorporated into the economist's category of 'natural capital', inviting the naïve conclusion that by subjecting it to the laws of supply and demand it will find its true value.




But the value of land, as my work on REDD+ has shown, alongside many other anthropological studies, cannot be simply reduced to exchange value on the market, and attempts to do so can be severely harmful to people and to the environment.




My colleague at UCL, Jerome Lewis, has shown how the sharing economy of Mbendjele hunter gatherers in Congo-Brazzaville, and their intimate relationship with the forest, are invisible to neighbouring farmers, logging companies and conservation organisations, often leading to dispossession and abuse, as others have shown in this magazine.




In my own work, in collaboration with Brazilian scholars, I have shown how ownership plays a fundamental role in structuring social relations among native Amazonian peoples.




When states and extractive industrial actors make claims to land on the basis that it is not used - that it is terra nullius - they often do so in profound ignorance of both indigenous practices and indigenous property regimes. Anthropologists are often well placed to mediate in such cases.




Is the real problem that it's seen as 'subversive'?




The noises made by the Education Secretary about academic 'rigour' ring false as an excuse for axing anthropology, a discipline which at its best combines scientific precision with the critical awareness of the humanities.




Anthropologists also provide robust, evidence based critiques of the assumptions of policy makers and technocrats who offer tempting 'win-win' solutions to problems of sustainable development. Far too many well-meaning development projects do not take detailed account of situations on the ground, and fail in their objectives, with unintended and sometimes destructive consequences, both for the environment and for native inhabitants.




Perhaps for this reason anthropology is perceived as too subversive - it does indeed foster critical thinking that can be uncomfortable for those in power, especially in the hands of incisive and influential critics of the establishment such as David Graeber.




Successive governments have made claims to basing their policies on scientific knowledge. But the fact is that they usually only do so when it suits them, and scientific arguments are taken piecemeal to justify preconceived policy objectives.




The idea of natural capital has been enthusiastically taken up by policymakers from economists such as Partha Dasgupta, because it can be used to bolster a bold new rhetoric about launching a 'green economy', while in reality making few fundamental changes to business as usual.




The natural capital paradigm is not necessarily something to be rejected wholesale, but it must be recognised for what it is: a universalising discourse which has very particular historical origins in Western capitalism.




'Nature' is not an object, and is not separate from culture, for many peoples of the world. Indeed many of the 'natural' landscapes that conservation organisations try to preserve are the product of efforts over the centuries of indigenous peoples - the very peoples who are all too often evicted to make way for hunting lodges, plantations or 'carbon sinks' that only benefit the wealthy.




We should all study anthropology - beginning at primary school!




There is an increasing consensus among those involved in addressing the global ecological crisis that the natural sciences and economics cannot succeed without input from the arts, humanities and social sciences, as a recent conference at UCL resoundingly showed.




Anthropologists routinely deal with local and global phenomena, working at the interface of the arts and the sciences. We have something very important to contribute, and sometimes we are given this opportunity.




The director of the UCL Institute for Global Prosperity is an anthropologist (Henrietta Moore); an anthropologist, Steven Rayner, has served on the Intergovernmental Panel on Climate Change and the Royal Society's Working Group on Climate Geoengineering; and an anthropologist, Manuela Carneiro da Cunha, serves on the Intergovernmental Panel for Biodiversity and Ecosystem Services.




So anthropological knowledge is in demand, and not merely in the field of cultural identity. To limit the argument about the value of the anthropology A-level to identity politics does a disservice to the discipline.




Anthropology provides students at any level with the critical awareness need for key issues of our times, which are not just religion and ethnicity, but also global sustainability, biocultural diversity and environmental governance. It also gives an excellent preparation for the study of other, more established disciplines such as history, English literature or geography.




More anthropologists are needed in public life, and then the discipline will really influence society and the environment - and very much for the better.




Far from axing the anthropology A-level, the government should support its expansion into the school system at all levels. When I arranged for Nixiwaka Yawanawá of Survival to speak to my son's primary school in Oxford, he gave a basic anthropology lesson to a packed assembly of children aged from four years old upwards, and created a real sensation.




Parents and teachers, as well as children themselves, came to me for weeks afterwards to comment on what a powerful and inspiring experience it had been.




Opening children's eyes, from the earliest ages, to the wonders of cultural diversity, and the different ways of living sustainably in the world, ought surely to be a core aim of our education system.




Action: Sign the teachers' petition to save anthropology in schools.


Twitter: #SaveAnthropologyALevel

Marc Brightman is Lecturer in Social and Environmental Sustainability in the Department of Anthropology at University College London. Together with Jerome Lewis, he is co-founder and co-director of the Centre for the Anthropology of Sustainability.

lunes, 16 de febrero de 2015




La educación en valores: una propuesta pedagógica para la formación profesional

Dra. Martha Arana Ercilla
MSc. Nuris Batista Tejeda
ISPAJAE-CUBA

El fin de la educación no es hacer al hombre rudo, por el desdén o el acomodo imposible al país en que ha de vivir, sino prepararlo para vivir bueno y útil en él”
José Martí
“Nuestro estudio no tiene como los otros, un fin especulativo: si hemos emprendido esta investigación, no es para llegar a saber qué es la virtud -en tal caso, nuestro estudio sería inútil-, sino para llegar a ser bueno”
Aristóteles

Los diferentes puntos de vista acerca de la Educación en valores están relacionados a interrogantes como: ¿qué son los valores?, ¿qué es la valoración?, ¿qué relación existe entre la educación en valores y el proyecto educativo?, ¿es tarea de la Universidad formar valores?, ¿cómo podrá la Universidad medir la formación y el desarrollo de valores profesionales?. Estas preguntas si bien no agotan las inquietudes y preocupaciones existentes, al menos introducen el análisis de los valores en la formación profesional.
Muchas de estas preocupaciones acompañan al mundo actual de modo más general, se habla de crisis de identidad, de fe y de epistemología. De identidad por la ausencia de un sentido claro de pertenencia y por la carencia de proyectos comunes unificadores; de fe, por la incapacidad de creer en algo, por la imposibilidad de cambio y la falta de confianza en el futuro y; epistemólogica, por la supremacía del conocimiento y la razón, que se expresa en una racionalidad instrumental-administrativa-gerencial, capaz de aplastar lo afectivo y sentimental.
Algunos afirman que vivimos en una sociedad sin valores; otros que han aparecido nuevos valores asociados al nuevo paradigma socioeconómico y cultural; también hay quien dice que el problema está en la existencia de multivariedad de valores, lo que produce confusión y desorientación en la actuación y valoración de los seres humanos. Quizás esté ocurriendo todo ello, valdría la pena abordar el asunto teniendo en cuenta que en todas las sociedades y en las diferentes épocas el hombre como guía ha tenido que enfrentar sus propios retos de desarrollo, ¿por qué no podría hacerse ante el acelerado desarrollo científico-tecnológico y la globalización del mundo actual?
No obstante a esta realidad, no es ajeno el hecho de que existen cuestiones no resueltas en la comunicación y en la vida de los hombres, en su educación, en su calidad de existencia, que impiden el desarrollo de una personalidad integral y adecuada a la sociedad en que ésta se despliega.
El estudio sobre el comportamiento humano ha sido y es interés de diferentes ciencias: la filosofía, la psicología, la sociología y la pedagogía, las que desde sus diferentes objetos de estudios enfocan su campo de acción. Así los debates pueden ser desde los distintos puntos de vista. No obstante, el objetivo común está en la comprensión e interpretación de los porqué de las actuaciones de los seres humanos, para lograr orientar el comportamiento humano hacia las tendencias más progresistas y desenajenantes de la humanidad, su crecimiento espiritual y material, todo ello dentro de los requerimientos que impone la sociedad, de ahí que, en el centro de su análisis se hallen los conflictos entre el ser y el deber ser, y derivado de ello entre el hacer y el saber hacer.
Por otro lado a partir de los diferentes enfoques científicos existen disímiles concepciones, que expresan la complejidad del fenómeno, su carácter multilateral, sistémico y contradictorio, pero que de igual manera contribuyen a avanzar en el esclarecimiento de su alcance.
La comprensión de ¿qué son los valores?, ha sido objeto de reflexión y polémica por los más relevantes filósofos hasta la actualidad. El objetivismo y el subjetivismo como corrientes axiológicas son expresión de ello, manifiesto en “si el hombre crea el valor o lo descubre” (Guervilla, 1994; 31). “El valor como el poliedro posee múltiples caras y puede contemplarse desde variados ángulos y visiones, desde una posición metafísica, los valores son objetivos: valen por sí mismos; desde una visión psicológica, los valores son subjetivos: valen si el sujeto dice que valen; y desde el aspecto sociológico, los valores son circunstanciales: valen según el momento histórico y la situación física en que surgen” (Guervilla, 1994, 32). Por supuesto que con ello no se puede concordar, es necesario integrar todas las posiciones científicas en una concepción única y coherente, puesto en cada uno existe una verdad.
Entender el valor como la significación socialmente positiva (Fabelo, 1989) es verlo contribuir al proceso social, al desarrollo humano. Esto quiere decir, que la significación socialmente positiva del valor está dada por el grado en que éste exprese realmente un redimensionamiento del hombre, de las relaciones en que vive, y no de sujetos aislados, grupos o clases sociales particulares. Esta objetividad del valor trasciende los intereses particulares, para ubicar en el centro al hombre como género. Pero ello no es suficiente, pues su objetividad depende de la subjetividad y su carácter social, de la individualidad, y viceversa, quiere decir, que en el centro de la comprensión de los valores están las relaciones entre lo objetivo y lo subjetivo y entre lo individual y lo social.
Muchos de los intentos y experiencias por lograr una pedagogía que eduque en valores (entendido el término como educar subrayando los valores, intencionándolos dentro de las acciones formativas), pueden fracasar cuando no se tiene claridad de lo antes expuesto, ya que podría desvirtuarse el objetivo de la propia educación, ejemplo de ello:
  • Cuando se piensa que explicando hechos históricos y actuales de la realidad, o incorporando nuevas asignaturas por sí sólo, su conocimiento produce valores o cambios en la conducta y personalidad del sujeto, es decir, que sólo mediante saberes se forman y desarrollan los valores.
  • Cuando se buscan comportamientos en hechos aislados, como participación en actividades orientadas, sin objetivos bien definidos, ni comprendidos y asumidos por el sujeto tanto en lo racional como en lo emocional.
  • Cuando se piensa que formar y desarrollar valores sigue las mismas reglas del aprendizaje de conocimientos y habilidades.
  • Cuando se considera que no es necesario incorporarlos como un componente de la labor educativa de manera explícita e intencional en el proceso de formación, pues ellos se forman y desarrollan automáticamente a través de la correcta relación alumno-profesor.
Los valores no son pues el resultado de una comprensión y, mucho menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes conducidas sin significación propia para el sujeto. Es algo más complejo y multilateral pues se trata de la relación entre la realidad objetiva y los componentes de la personalidad, lo que se expresa a través de conductas y comportamientos, por lo tanto, sólo se puede educar en valores a través de conocimientos, habilidades de valoración, reflexión en la actividad práctica con un significado asumido. Se trata de alcanzar comportamientos como resultado de aprendizajes conscientes y significativos en lo racional y lo emocional.
El fenómeno de cómo desarrollar y formar valores es un proceso de enculturación (Aguirre, 1995; 498), que dura toda la vida, en el que inciden los cambios sociales que se producen y que provocan transformaciones en las interrelaciones humanas, en las percepciones, y en las condiciones materiales y naturales de vida, es decir, en la calidad y sentido de la vida. Los valores son razones y afectos de la propia vida humana la que no se aísla de la relación de lo material y lo espiritual y, entre lo social y lo individual.
¿Qué es valor?. Para entender este concepto se deben tener claro un conjunto de aspectos que contribuyen a una definición en sentido amplio.
  • Los seres humanos establecen relaciones con el medio natural y social en que ellos se desenvuelven.
  • A través de su actividad (productiva, intelectual, artística, deportiva...) se ponen en contacto con objetos materiales e ideales (un producto tangible, una cualidad de la personalidad, una concepción, un sentimiento...)
  • En este proceso de la actividad humana, en permanente comunicación social, surgen en el ser humano necesidades materiales y espirituales, que al concretarse en objetos materiales y espirituales que las satisfacen, se convierten en valores.
  • Los valores se identifican con cualquier objeto material o espiritual (o sea, productos tangibles, cualidades de la personalidad, concepciones, sentimientos...) que al satisfacer una necesidad humana, son interiorizados y aprehendidos a través de su propia experiencia vital, esto da un sentido personal a las significaciones del mundo exterior a él.
  • Cada ser humano interioriza aquello que satisface sus necesidades personales y, sobre esta base posee intereses (los intereses son las necesidades hechas conciencia), forma convicciones, precisa sus aspiraciones futuras y llega a analizar las posibilidades que tiene de alcanzarlas: así se manifiestan los valores.
  • Dirigen y orientan las acciones humanas de forma consciente y a la vez, como proceso individual, permite diferenciar a unos hombres de otros como entes únicos e irrepetibles. Dos personas pueden realizar una misma actividad y estar impulsados por valores diferentes. De ahí que se afirme que son significados subjetivos que poseen un fuerte componente individual. Por ejemplo: dos estudiantes pueden realizar esfuerzos similares por asimilar los contenidos necesarios para ser un buen profesional, pero uno puede hacerlo porque se siente identificado con la profesión, aprecia su función social y otro porque esa profesión puede darle beneficios económicos, prestigio social y otras ventajas.
  • Los valores se forman en el proceso de socialización bajo la influencia de diversos factores (familia, escuela, medios masivos de comunicación, organizaciones políticas, sociales, religiosas, etc. )
  • No son inmutables ni absolutos, su contenido puede modificarse por circunstancias cambiantes y pueden expresarse de manera diferente en condiciones concretas también diferentes.
  • En la medida en que los seres humanos se socializan y la personalidad se regula de modo consciente, se va estructurando una jerarquía de valores que se va haciendo estable, aunque puede variar en las distintas etapas de desarrollo y situaciones concretas.
  • Son significaciones sociales que poseen las cosas, las personas, etc. Dicha significación se refiere al grado en que se expresa el progreso y el redimensionamiento humano en cada momento histórico o circunstancia particular.
  • Son cualidades reales externas e internas al sujeto. “ No es un objeto, ni una persona, sino que está en ellas”. (Xavier Zubiri)
  • No sólo son cualidades reales externas e internas que expresan las cosas, personas, fenómenos, etc., sino que también componen la estructura de la personalidad, en tanto, que permiten captar esos significados reales a través de la capacidad de los sentidos en su actividad de valoración o estimación, que permiten asumirlos o no, es decir funcionan a su vez como filtros en el proceso de socialización, incidiendo así en la función reguladora de la conducta y por tanto en las actitudes hacia el mundo circundante, actitudes que están dirigidas e intencionadas por motivaciones e intereses, y que expresa una correspondencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace en el plano individual, y que posee una correspondencia con la sociedad.
  • Al ser la personalidad un sistema de formaciones psicológicas, el valor puede manifestarse en toda su estructura: el carácter, las convicciones, las capacidades, etc., pues se manifiesta en la actuación humana.
  • “Son guías y principios de conducta que dan sentido a la vida hacia la autorrealización, el progreso y el redimensionamiento humano” (García, 1996).
Por lo tanto, una definición en sentido estrecho de los valores sería:

Se identifican:

  • Con lo material o espiritual (cosas, hechos, personas, sentimientos y relaciones).
  • Con cualidades reales externas e internas al sujeto, de significación social. Dicha significación se refiere al grado en que se expresa el redimensionamiento humano.
  • Con cualidades de los componentes de la estructura de la personalidad, en tanto permiten captar los significados a través de la capacidad de los sentidos en la actividad humana.

Se manifiestan:

  • A través de la actividad humana, la que permite interiorizar de la realidad aquellas cualidades que satisfacen necesidades e intereses individuales y sociales.
  • En guías y principios de conducta que dan sentido a la vida hacia la autorrealización, el progreso y el redimensionamiento humano.

Se estructuran:

  • Por las circunstancias cambiantes de la realidad, por lo que puede su contenido expresarse de manera diferente en condiciones concretas.
  • Se jerarquizan en dependencia del desarrollo de la personalidad y del desarrollo social del contexto.
Es impreciso y absurdo hablar de una Pedagogía de los valores como algo independiente, dado que el valor es parte del contenido y éste es uno de los componentes de la didáctica, pero sí es necesario comprender las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores y sus relaciones en el proceso docente-educativo.
Integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa no sólo pensar en el contenido como conocimientos y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con los valores. El conocimiento posee un contenido valorativo y el valor un significado en la realidad, el que debe saberse interpretar y comprender adecuadamente a través de la cultura y por lo tanto del conocimiento científico y cotidiano, en ese sentido el valor también es conocimiento, pero es algo más, es sentimiento y afectividad en el individuo. Así el aprendizaje de un conocimiento matemático, físico o profesional debe ser tratado en todas sus dimensiones: histórica, política, moral, etc., es decir subrayando la intencionalidad hacia la sociedad, donde se exprese la relación ciencia, tecnología, sociedad, y estén presentes los análisis cualitativos, los enfoques de procesos y la motivación. Del mismo modo que es posible tratar un valor desde el contenido, también lo es desde el saber hacer de éste (la habilidad y la capacidad). Visto así el proceso de enseñanza-aprendizaje adquiere un nuevo contenido por su carácter integral.
La reflexión del profesor sobre el valor educativo de las acciones en el proceso, significa de igual modo intencionar y valorar el método de aprendizaje no como simple procedimiento sino pensar en la comunicación, las relaciones interpersonales, es analizar el componente sociohumanista de la ciencia que se enseña y de cómo hacerlo, lo que representa brindar un enfoque integral, holístico, complejo y dialéctico al aprendizaje, es reconocer que no existen “dos culturas” separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de ésta, en su historia, en sus contradicciones, en su actualidad, en sus métodos, en sus consecuencias e impactos y, por supuesto en su ética. Se trata de reflexionar en el valor de la Educación.
Los caminos y las vías no pueden justificar los fines, es evidente que un buen uso del diálogo, de los métodos participativos, del ejemplo del profesor, son condiciones necesarias para una adecuada labor de formación, pero también son condiciones, la precisión en el diseño curricular de las intenciones a través del análisis del contenido, los objetivos propuestos, etc., es decir, tener claro los fines que se proyectan en lo educativo y diseñar la realización del proceso de formación. La formación sociohumanista tiene su propia significación y lógica y, de lo que se trata es de incorporarla como parte del sistema educativo, no separarla de la realidad a que se enfrenta el estudiante como aprendizaje, y en este sentido, el profesor debe prepararse y dirigir el proceso en esa dirección, intención que no depende de la casualidad ni de los criterios particulares de éste, sino de todo el proceso de formación, y de la necesidad que lleva implícita como exigencia de la sociedad.
Alrededor de la educación en valores está la idea de negar la necesidad de una pedagogía propia de los valores, puesto que consideran que los valores están siempre presentes en el proceso de formación, siendo suficiente una buena relación alumno-profesor, el ejemplo de éste, la comunicación eficaz, etc. Es cierto que el proceso de enseñanza-aprendizaje siempre forma y desarrolla valores, el asunto a reflexionar está: ¿en qué valores se quiere incidir en el proceso, para qué, y cómo? La dificultad consiste entonces en eliminar el llamado “curriculum oculto” o “contenido oculto”, la cuestión radica en la necesidad de explicitar, sistematizar e intencionalizar en el proceso de enseñanza-aprendizaje, “lo educativo”, que por supuesto integra el proceso formativo.
Entre las razones para desarrollar una Pedagogía de la Educación en Valores están:
Intencionar: Encaminar el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de formación. Desarrollar el vínculo con la realidad a través de lo socialmente significativo de ésta en el proceso docente-educativo, dando sentido a la formación sociohumanista. Determinar estrategias didácticas que involucren a los sujetos del proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida.
Explicitar: Eliminar el curriculum oculto, precisando la cualidad orientadora del proceso docente-educativo. Connotar lo socialmente significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano en todos los componentes del proceso, identificando el modelo educativo a alcanzar con la eficacia del proceso. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a formar y desarrollar según la aspiración social.
Particularizar: Integrar las particularidades de la formación y el desarrollo de los valores a la didáctica del proceso de formación (conocer las particularidades del sujeto y sus relaciones, y evaluar las condiciones para llevar a cabo el proceso). Enriquecer la didáctica del saber y del saber hacer; del contenido y del método, etc., así como apoyarse en ellas.
Visto de otro modo, es la reflexión del profesor sobre el valor educativo de sus acciones en el proceso, de sus intenciones, de lo valorativo en los contenidos, del valor del método, etc. lo que implica establecer prioridades. “la justificación de los contenidos debe basarse, no sólo en criterios disciplinares, derivados del lugar que esos contenidos ocupan en la estructura de esa disciplina, sino también en las metas educativas fijadas para esa materia en esa etapa (Pozo,1998: 46).
Los caminos y las vías no pueden justificar los fines, es evidente que un buen uso del diálogo, de los métodos participativos, del ejemplo del profesor son condición necesaria para una adecuada labor de formación, pero, es condición también necesaria su precisión en el diseño curricular, en el análisis del contenido, en los objetivos propuestos, etc., es decir, tener claro los fines que se esperan en lo educativo. La formación sociohumanista tiene su propia significación y lógica y, de lo que se trata es de incorporarla como parte del sistema educativo, no separarla de la realidad a que se enfrenta el estudiante como aprendizaje, y en este sentido el profesor debe prepararse y dirigir el proceso en esa dirección, intención que no depende de la casualidad ni de los criterios particulares de éste, sino de todo el proceso de formación, y de la necesidad que lleva implícita por la sociedad.
Intencionalizar los valores en el proceso de enseñanza-aprendizaje se refiere a:
  • Determinar los sistemas de valores y sus contenidos en el diseño curricular.
  • Precisar los principios didácticos que condicionan una manera especifica de planificar, ejecutar y evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje, que influyen en un nuevo tratamiento de las relaciones de los componentes de la didáctica.
La dirección pedagógica no puede entenderse como una relación mecánica estímulo-reacción: se trata mas bien de la sistematización de las influencias educativas sobre la base del encargo social que persigue la formación de un modelo de hombre o mujer. (Viciedo:1999)
“La didáctica es la disciplina que explica los procesos de enseñanza-aprendizaje para proponer su realización consecuente con las finalidades educativas.” (Contreras, 1990;19) Si se acepta dicha definición, entonces, intencionalizar y explicitar a través de la didáctica el proyecto educativo significa definir y profundizar en los valores y por tanto en lo educativo, haciendo que las finalidades educativas expresen el compromiso con la realidad.
Por tanto, la didáctica se desarrolla con una u otra intencionalidad, en dependencia de la práctica educativa que se quiera alcanzar, y del compromiso del profesor. Pero no basta con la claridad de la intencionalidad, sino hay que hacerla explícita y sistematizarla en la propia didáctica, de ahí que deban precisarse un conjunto de principios teórico-metodológicos, para dicha educación comprometida, valorativa, reflexiva y en valores, los que deben tenerse en cuenta en las diferentes estrategias a desplegar.
La educación en valores es un proceso sistémico, pluridimensional, intencional e integrado que garantiza la formación y el desarrollo de la personalidad consciente; se concreta a través de lo curricular, extracurricular y en toda la vida universitaria. La forma de organización es el proyecto educativo.
La personalidad es “un sistema de alto nivel de integración de funciones síquicas del individuo, un complejo de formaciones estructuradas sobre ciertos principios que funcionan dirigidos a un objetivo” (D’Angelo, 1996:1).
El objetivo constituye el sentido fundamental de la actividad del individuo, se expresa en el proyecto de vida que es “el conjunto de representaciones mentales sistematizadas sobre cuya base se configuran las actitudes y disposiciones teóricas del individuo, y que para ejercer una dirección autentica de la personalidad, este modelo debe tomar una forma determinada en la actividad social del individuo y en las relaciones con las personas. Es decir, la característica directriz de este modelo ideal se expresa no sólo en lo que el individuo quiere ser, sino en su disposición real y sus posibilidades internas y externas de lograrlo y de darle una forma precisa en el curso de su actividad” (D’Angelo, 1996:3).
Si se quiere incidir a través de la educación en la personalidad es necesario adentrarse en el porqué de los objetivos de la actividad, que lo hacen componer un proyecto de vida. Si la educación concibe el proyecto de vida no como un modelo ideal-individual solamente, sino que lo relaciona a su vez con un modelo real-social, entonces podrá acercarlo a su realización.
La educación en valores debe contribuir a que el proyecto de vida se convierta en “un modelo de vida sobre la base de aquellas orientaciones de la personalidad que definen el sentido fundamental de su vida, y que adquieren una forma concreta de acuerdo con la construcción de un sistema de actividades instrumentadas, las que se vinculan con las posibilidades del individuo y, de otro lado las posibilidades objetivas de la realidad externa para la ejecución de esas orientaciones de la personalidad” (D’Angelo, 1996:3).
La educación debe y puede incidir en el GAP que existe entre lo que se quiere ser y se quiere hacer lo que se puede ser y se puede hacer en cada momento de la vida o al menos es más factible, lo que al final es decisión del individuo. La posibilidad de ayudar a adecuar estos dos aspectos, se halla en la comprensión de la relación entre lo individual y lo social en la personalidad, siendo éste uno de los objetivos fundamentales de la educación en valores.
La dinámica y la armonía de la personalidad desarrollada y adulta en una sociedad se halla en el equilibrio que se alcance entre la satisfacción de los intereses y necesidades y de los deberes sociales. Por tanto deber ser conjuga lo que se quiere y lo que se puede y es objeto de la educación en valores.
La educación debe preparar al individuo para el logro en cada momento de la autorrealización, entendida ésta como: “la orientación de la personalidad que se dirige al desarrollo de las potencialidades, a la realización de valores e intereses fundamentales del individuo en la actividad social” (D’Angelo, 1996:4).
La educación puede ayudar a definir un proyecto de vida efectivo y eficaz, convirtiéndolo en un proyecto real, haciendo corresponder las posibilidades internas del individuo y las del entorno, mediante el desarrollo de los valores, la concepción del mundo, la capacidad de razonamiento, los conocimientos, la motivación y los intereses.
La educación en valores tiene como objetivo el alcance de una personalidad desarrollada o en desarrollo, la que se entiende, “al caracterizar a un individuo concreto donde el sistema de procesos y funciones que la forman se encuentran estructurados de manera armónica, en un proyecto de vida realista, donde predomina la autodirección consciente de los esfuerzos del individuo para lograr el desarrollo de sus potencialidades en forma creadora, así como su participación en la actividad social de acuerdo con valores de contenido progresista” (D’Angelo, 1996:4).
Educar en valores significa contribuir a la función integradora del individuo mediante la valoración de las contradicciones de la motivación, los intereses, etc.
La educación en valores debe coadyuvar a la tendencia interna de la personalidad a integrar y armonizar los factores internos y externos y a la autonomía de ésta, es decir, a la autorregulación sobre la base de fines conscientes, lo que está por supuesto, en interacción y en dependencia de la realidad social.
Los valores interiorizados conforman la esencia del modelo de representaciones personales, constituyen el contenido del sentido de vida, y de la concepción del mundo, permiten la comprensión, la interpretación y la valoración del sujeto y brindan la posibilidad de definir el proyecto de vida, integrado por objetivos y finalidades para la actividad social.
Los valores no se enseñan y aprenden de igual modo que los conocimientos y las habilidades, y la escuela no es la única institución que contribuye a la formación y desarrollo de éstos. Otra peculiaridad de la educación en valores es su carácter intencional, consciente y de voluntad, no sólo por parte del educador, sino también del educando, quien debe asumir dicha influencia a partir de su cultura, y estar dispuesto al cambio. De ahí la importancia y la necesidad de conocer no sólo el modelo ideal de educación, sino las características del estudiante en cuanto a sus intereses, motivaciones, conocimientos, y actitudes, las que no están aisladas de las influencias del entorno ambiental. Una comprensión clara de los límites objetivos del entorno, del modelo a que aspira la sociedad y de la subjetividad del estudiante permite dirigir mejor las acciones educativas y dar un correcto significado al contenido de los valores a desarrollar.
Son tres las condiciones para la educación en valores:
Primera: conocer al estudiante en cuanto a: determinantes internas de la personalidad (intereses, valores, concepción del mundo, motivación, etc.); actitudes y proyecto de vida (lo que piensa, lo que desea, lo que dice y lo que hace).
Segunda: conocer el entorno ambiental para determinar el contexto de actuación (posibilidades de hacer).
Tercera: definir un modelo ideal de educación.
Incidencias de la educación en valores:
  • Desarrolla la capacidad valorativa en el individuo y permite reflejar adecuadamente el sistema objetivo.
  • Desarrolla la capacidad transformadora y participativa con significación positiva hacia la sociedad.
  • Desarrolla la espiritualidad y la personalidad hacia la integralidad y el perfeccionamiento humano.
  • Transforma lo oficialmente instituido a través de las normas morales, los sistemas educativos, el derecho, la política y la ideología.
Los valores no son pues el resultado de una comprensión, y mucho menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes conducidas sin significación propia, por el sujeto. Es algo más complejo y multilateral pues se trata de los componentes de la personalidad, sus contenidos y sus formas de expresión a través de conductas y comportamientos, por lo tanto sólo se puede educar en valores a través de conocimientos, habilidades de valoración-reflexión y la actividad práctica.
La educación en valores en la Universidad está dirigida hacia el desarrollo de la cultura profesional. Los nuevos fenómenos y procesos que la sociedad contemporánea engendra, las interrogantes, expectativas e incertidumbres sobre el futuro de la humanidad, hacen del análisis y la reflexión un imperativo para definir desde una perspectiva estratégica y coyuntural el desarrollo social de cada nación. Ello reclama y exige de una cultura integral en la formación profesional de las futuras generaciones. Es por ello que entre los temas más trascendentes que hoy se analizan en la Educación Superior en el mundo está el vínculo universidad-sociedad-desarrollo.
La causa de que promueve este debate, y la búsqueda del perfeccionamiento de las Universidades, se halla en la estrecha relación que existe entre el nuevo patrón tecnológico, guía del desarrollo, y la educación, cuyo propósito es la formación, la recalificación o la capacitación de los recursos humanos que requiere la totalidad del sistema de desarrollo científico-tecnológico para su funcionamiento.
Los cambios científico-tecnológicos determinan que las Universidades transformen sus misiones y objetivos, para poder cumplir responsablemente con la preparación, recalificación y formación continua de los recursos humanos que exige la reestructuración económica de cada país. Es decir, aquella calificación que logre la capacitación para la investigación, el desarrollo, la aplicación y la transferencia de tecnologías adecuadas, por lo tanto una formación que responda a la magnitud de los cambios y, permita un rápido accionar con criterio propio y compromiso social.
Las Universidades tienen la responsabilidad de identificar con precisión la dirección del cambio, y la transformación a realizar, para proyectarse prospectivamente hacia el futuro y así promover el cambio necesario en la sociedad, tales como: las nuevas profesiones e investigaciones, los modelos de formación de los futuros profesionales, las nuevas formas de colaboración con las empresas, centros de I+D, comunidad, etc., así como, asumir la transformación necesaria de la calificación y la cultura de los profesionales del presente para promover los cambios.
Para los países en vías de desarrollo significa el alcance de una mentalidad diferente, que sea capaz de enfrentar la transición hacia el paradigma tecnoeconómico actual con optimismo, compromiso, creatividad, solidaridad, sentido práctico, desinterés y modestia, que permita ver una oportunidad en dicha ruptura tecnológica para el futuro de estos países.
La sociedad requiere algo más que personas adiestradas para la función específica del mundo del trabajo. Necesita profesionales con motivaciones y capacidades para la actividad creadora e independiente, tanto en el desempeño laboral como investigativo, ante los desafíos del conocimiento e información científico-técnica y de la realización de su ideal social y humano. El fortalecimiento de la formación integral de los futuros profesionales es impostergable, porque la sociedad necesita de la ciencia y la tecnología como factores estratégicos del desarrollo.
La Educación Superior debe tributar a la sociedad con la formación de hombres capaces de identificar, asimilar, utilizar, adaptar, mejorar y desarrollar tecnologías apropiadas, que brinden soluciones adecuadas en cada momento, formación que debe combinar la calificación técnica, social y humana.
La sociedad actual o la llamada “sociedad de la información” provoca una saturación del conocimiento como información, facilitando su acceso y la rapidez del cambio del conocimiento científico-técnico, ello justifica cada vez más el hecho de que la transmisión del conocimiento no puede seguir siendo la función principal de las instituciones educativas, no sólo por el costo social que ello produce en el proceso de formación de los seres humanos, sino porque se impone un nuevo modelo de formación donde lo instructivo, lo capacitativo y lo educativo constituyan un todo, donde su función principal sea la valorativa para organizar, interpretar, seleccionar, estimar, criticar y asumir con criterios de por qué y para qué la información. Dar sentido a la información significa hacer más consciente y duradero el conocimiento y desarrollar la capacidad de realizar juicios propios, de saber elegir lo esencial y lo duradero del conocimiento: desarrollar el interés por el saber, desarrollar el amor por el trabajo, desarrollar la creatividad y el criterio propio, desarrollar el amor por la profesión.
En estas condiciones la formación integral y especializada son dos pilares de la profesionalidad. De ahí que la formación sociohumanista en particular adquiera mayor significado en cuanto a la creación de una cultura que permita interpretar el paradigma vigente y lograr el desarrollo sustentable y humano.
La Universidad se halla ante el reto de asumir la propuesta de una formación integral de los profesionales, donde la cultura sociohumanista debe ser ampliada y los valores intencionados y explicitados en el proceso docente-educativo.
Si bien se han obtenido valiosos resultados en la Educación Superior Cubana en el logro de la vinculación entre la actividad académica y la laboral-investigativa, es decir, entre el estudio y el trabajo, aún existe una dicotomía entre la formación sociohumanista y la tecnológica en las carreras de Ciencias Técnicas que se expresa tanto en los planes y programas de estudio como en el propio proceso de enseñanza-aprendizaje y en la cultura integral de los profesores de Ciencias Técnicas y de Ciencias Sociales al abordar los contenidos propuestos.
La actividad ingenieril en las condiciones actuales de gran impacto social de la ciencia y la tecnología, requiere de una cultura para su práctica tecnológica, que exige del ingeniero una serie de conocimientos y habilidades que permitan una mayor especialización en su saber técnico, y al mismo tiempo una formación humanista contraria a la ideología ingenieril de una supuesta neutralidad técnica y un marcado pragmatismo. La formación de los ingenieros reclama de un fuerte componente sociohumanista sistematizado en los planes y programas de estudio para el cumplimiento de su encargo social en las condiciones del paradigma técnico-económico-social vigente.
La definición de una concepción integral de la profesión en este sentido, permitirá que lo sociohumano traspase, atraviese y sea sustrato de los contenidos y los objetivos de estudio de la carrera. Dicha concepción debe responder a las preguntas: ¿qué ingeniero se quiere formar? y, ¿qué Ingeniería se quiere desarrollar?
La concepción de Tecnología Apropiada atraviesa diferentes dimensiones en busca de la integralidad profesional, e incorpora valores humanos a la profesión en cada una de estas dimensiones.
Una tecnología es apropiada cuando responde como una alternativa a un fin, cuando corresponde a un objetivo, y se acomoda a determinada solución, con eficiencia, eficacia y pertinencia. Es aquella tecnología idónea, la que sus usos se adecuan a los fines que valoren el contexto social y medio ambiental.
Las fuentes que posibilitan el desarrollo de tecnología apropiada están en todas las tecnologías existentes, tanto en uso, como precedentes, independientemente del lugar de donde provengan, y de su grado de desarrollo. Lo decisivo está en la capacidad tecnológica existente que permita una gestión tecnológica adecuada a los procesos de innovación, donde se identifiquen necesidades, oportunidades, y se planifiquen diseños, desarrollen e implanten soluciones técnicas. Pero no cualquier solución técnica, sino aquella que responda a una pertinencia e idoneidad, por lo que es necesario incorporar una metodología de solución de problemas tecnológicos diferente en todo el proceso de innovación, donde el enfoque integral de todos los factores que intervienen en la solución al problema esté evaluado sistemáticamente en todas las fases del proceso, es decir, lo técnico, organizativo, económico, socioambiental y sociocultural.
La formación de los profesionales de Ingeniería y Arquitectura requiere de estos enfoques para la innovación tecnológica.
La búsqueda de una manera diferente de hacer tecnología no sólo es preocupación de países de menor desarrollo, sino también, de países desarrollados, lo que se expresa enprogramas de enseñanza en ingeniería de tecnología apropiada y de ciencia, tecnología y sociedad.
La educación en ciencia tecnología y sociedad (“Science, Technology and Society”, STS) o “Science and Technology Studies” (Estudios en Ciencia y Tecnología) en Estados Unidos y Europa respectivamente, coinciden en resaltar la dimensión social de la ciencia y la tecnología, aunque, la primera enfatiza las consecuencias sociales con un carácter práctico y evaluativo, la segunda resalta la forma en que los factores sociales antecedentes contribuyen a la génesis del desarrollo científico-tecnológico con un carácter más teórico y descriptivo” (Ursúa, 1993: 35).
Ambas fuentes van encaminadas a eliminar las llamadas dos culturas que en el desarrollo de la humanidad se han enfrentado, la científico-técnica y la sociohumanista, ejemplo de ello lo vemos en la propia evolución de la Universidad como institución social y el desarrollo de sus modelos.
La búsqueda de una cultura integral es un objetivo estratégico en el mundo de hoy, así un humanista que no sepa de los avances científicos tecnológicos puede poseer una elevada cultura humanista y ser un ignorante ante las nuevas formas de vida imperantes. De la misma manera un científico o un tecnólogo que posea elevados conocimientos y habilidades profesionales, tiene que saber conducirlas desde y para la sociedad, lo que se expresa en saber trabajar en grupo, interpretar social y económicamente las necesidades y demandas; dirigir procesos a través de la participación, el diálogo y la comunicación, en busca de información valiosa para la competitividad.
La idea central de estos programas está en que “todos pueden aprender cómo la ciencia, la tecnología y la sociedad se relacionan e interactúan entre sí y podrán hacer uso de este conocimiento en su toma de decisiones en una época en que nuestros asuntos están dominados por la ciencia y la tecnología”. (Ursúa, 1993: 35). Sin embargo un obstáculo para lograr dicho objetivo se halla en el vínculo que dichos estudios de CTS puedan establecer con el modelo del profesional a alcanzar; ya sea para enriquecerlo en cuanto a la cultura profesional o para concretar dichos conocimientos en una práctica específica.
Haciendo abstracción de los debates teóricos acerca del término tecnología apropiada (TA) que hoy existen, en estos programas, el mismo significa:
Elegir con sencillez y sensibilidad la tecnología en beneficio del hombre y su contexto.
Un cambio de actitudes y un nuevo examen de valores en la Ingeniería y en su enseñanza.
La idea que se destaca en su fin educativo es la de revitalizar los valores que debe poseer la profesión de Ingeniería, hacia sus fundamentos básicos como profesión que tiene una fuerte relación con la sociedad. (Ver Figura Nº 1).
"Si los ingenieros utilizan tecnologías que no son apropiadas, es que son negligentes; si no saben lo que es apropiado es que son ignorantes; y si no se preocupan de lo que es apropiado pierden todo derecho a la consideración profesional". (Brancher, 1983: 125)
Los valores profesionales son entendidos como aquellas cualidades de la personalidad profesional que expresan significaciones sociales de redimensionamiento humano y que se manifiestan relacionadas al quehacer profesional y modos de actuación. Los valores profesionales no son más que los valores humanos contextualizados y dirigidos hacia la profesión. Sus significados se relacionan con los requerimientos universales y particulares a la profesión. Los valores profesionales constituyen a su vez rasgos de la personalidad profesional y contribuyen a definir una concepción y sentido integral de la profesión.
La personalidad profesional se manifiesta a través del conjunto de rasgos presentes en el individuo, en la actividad profesional, en los marcos de determinada comunidad y contexto, ejemplos de ello:
  • Amor a la actividad profesional.
  • Sentido de respeto socioprofesional.
  • Estilo de búsqueda profesional creativo-innovador.
La formación y el desarrollo de valores profesionales debe partir del modelo del profesional, de la cultura profesional. El modelo de formación del profesional debe ser sistémico y pluridimensional, conteniendo en sí el sistema de valores de la profesión.
Modelo de formación del profesional
Dimensiones
Valores que se forman
Intelectual
Saber
Técnica
Eficacia
Ética
Dignidad
Estética
Sensibilidad
Político-Ideológica
Patriotismo
En cada una de estas dimensiones se forman valores estrechamente vinculados unos con otros.
La dimensión cognitiva supone que a través de los conocimientos que el estudiante va adquiriendo, se pasa del nivel reproductivo al creativo. Para lograr este tránsito es necesario que exista una apropiación del conocimiento, lo que implica una identificación con el objetivo del conocimiento científico, alcanzar la verdad se convierte en valor porque ella compulsa a la búsqueda infinita del conocimiento, infiriéndose una actitud cuestionadora del estudiante ante los contenidos impartidos. La verdad como valor induce por tanto a la búsqueda infatigable del saber. Pero el saber interactuando con los valores de las otras dimensiones permite revelar de éste su contenido valorativo al estudiante.
La dimensión técnica enfatiza en la necesidad de intervenir a partir de los conocimientos científicos e ingenieriles de manera eficiente y eficaz en la actividad productiva. La eficacia como valor apunta al hecho de poder precisar la incidencia técnico-económica de la acción ingenieril en el proceso productivo con menor costo natural y humano, y con máxima calidad, como también en el cumplimiento de los objetivos y las finalidades; del mismo modo, en un sistema de valores, ella adquiere nuevos significados en tanto que no se realiza en sí misma, sino eficacia con creatividad, responsabilidad, modestia, etc.
La dimensión ética subraya la responsabilidad que contrae el profesional con su entorno natural y social. Aquí se destaca la dignidad profesional como valor supremo a alcanzar teniendo en cuenta que a través de ella se patentiza el respeto hacia la profesión, pero un respeto que se significa en relación con una comprensión de la realidad en que se vive y de un compromiso con ella.
La dimensión estética propicia el fomento del gusto y la sensibilidad por la actividad profesional. La belleza como valor destaca el desarrollo de la preocupación estética por los resultados de la profesión así como la satisfacción por la obra a realizar. Todo ingeniero debe ser un creador y como tal en él estará presente la sensibilidad del artista.
La dimensión político-ideológica tributa a la formación del valor patriotismo y de poseer una identidad nacional.
En este modelo de valores profesionales se consideran valores supremos o nucleicos a formar los que aparecen en las dimensiones ética y político-ideológica a través de la dignidad profesional entendiéndose por ello: la actitud moral del individuo hacia sí mismo, y de la sociedad hacia él. Es el conjunto de actitudes de respeto a sí mismo, a la Patria y a la Humanidad. Es un modo de comprender su deber y su responsabilidad ante la sociedad y de regular el respeto y el reconocimiento de la sociedad a su personalidad, y por tanto sus derechos. Es una manifestación de ejemplaridad. La Dignidad Profesional se refiere al desarrollo del ejercicio de la profesión.
El modelo de valores a formar y desarrollar en el estudiante de Ingeniería y Arquitectura lo constituye un sistema de valores a partir de la Concepción de Tecnología Apropiada en la profesión, la que se expresa en diferentes dimensiones: intelectual, técnica, ética, estética y político-ideológica en el modelo del profesional. Dichas dimensiones de la formación del profesional se complementan e interactúan entre sí en forma de sistema.
El sistema de valores que se deriva de la concepción de Tecnología Apropiada, se expresa en un todo caracterizado por una cualidad sistémica, que viene dada por el propio contenido de la DIGNIDAD PROFESIONAL cualidad de carácter ético que interpenetra al sistema en su conjunto, indicando la búsqueda de la profesionalidad para el real éxito profesional con sentido de identidad nacional.
Precisamente interpretado así el sistema de valores a través de las dimensiones y jerarquizando los valores éticos y político-ideológicos representados por la Dignidad Profesional, permite cambiar el contenido y el significado a valores como creatividad, belleza, eficiencia, etc. Del mismo modo que la interpenetración del resto de las dimensiones, como puede ser la técnica y la intelectual, con un contenido profesional, ejemplos: eficiencia, creatividad, saber, innovación, etc., permite dar un contenido profesional a los valores éticos, como honestidad, modestia, solidaridad, etc.
Las dimensiones son los ejes del modelo de formación de valores y se nutren de un conjunto de valores a desarrollar, según el espacio pedagógico de que se trate, y por sí mismas cada una conforma un subsistema que se integra al sistema en su totalidad. Por lo que identificar dicho sistema y sus contenidos son pasos esenciales para la formación y el desarrollo de valores en la profesión, es decir, definir un modelo en correspondencia con la sociedad. Así un modelo definido puede ser:
Modelo de formación de valores del profesional de ingeniería y arquitectura
El esquema trata de expresar cómo cada dimensión de la formación del profesional, en el plano de los valores, se interrelaciona como parte del sistema en su conjunto, y en dichas conexiones se conforman subsistemas que en dependencia de los entornos y finalidades actúan. La idea es representar cómo cada dimensión se nutre de la otra para su fortalecimiento y el cumplimiento de su finalidad propia y la del sistema, que no es otra que el logro del profesional integral.
El modelo pedagógico de Educación en valores que se propone para la formación profesional tiene además como fundamento un conjunto de principios teórico-metodológicos que permiten definir las estrategias a seguir en la planificación, la ejecución y la evaluación del proceso docente-educativo, ellos son:
  • La relación entre el individuo y la sociedad.
  • La relación entre lo cognitivo y lo afectivo.
  • La relación entre lo normativo y lo significativo-motivacional.
  • La relación entre valor y valoración.
  • El carácter relativo, histórico y dinámico de los valores en el tiempo y el espacio.
  • La determinación de un modelo de valores jerarquizados.
  • La interrelación entre la ciencia, la docencia y la profesión que permita modelar lo profesional en la actividad de estudio.
  • El proyecto educativo como forma de organización.
  • La interrelación armónica y adecuada de la personalidad, el entorno ambiental y el modelo de educación que permita la autorrealización.

La relación entre el individuo y la sociedad

En el proceso de interacción del hombre con la realidad, se destaca su capacidad interpretativa hacia todo lo que adquiere significación y por tanto, valor para él. En este proceso el hombre actúa como sujeto y la realidad como objeto de asimilación, comprobación y evaluación infiriéndose por tanto como dialéctica constante. Las percepciones realizadas de la realidad, se incorporan al hombre en calidad de referentes que guían la conducta. En este sentido, las condiciones existentes en la sociedad constituyen patrones referenciales del ser humano. Sin embargo estos patrones se convierten en objeto constante de crítica por parte del sujeto. O sea, si bien la sociedad establece a partir de condiciones histórico-concretas determinadas, códigos y significados que actúan sobre el hombre, es en la realidad práctico-cognitiva, donde este recibe e incorpora en calidad de contenido propio esa realidad, a través de la percepción que supone la valoración de la realidad incorporada. Podemos afirmar entonces que el hombre no es un sujeto pasivo que recibe los valores que socialmente están vigentes. Los valores predominantes en una época pasan a través de la consciencia social, lo individual por tanto actúa como un filtro selectivo y asuntivo, es así como podemos entender la conformación de los valores sociales y su diferenciación en no pocas ocasiones de los valores individuales.
La personalidad del profesional se forma y desarrolla en el abigarrado mundo de las relaciones sociales, del cual también forman parte las relaciones profesionales, significa que se modela no sólo en los estrechos marcos de la actividad profesional sino en su vasta actividad social. “...la base real de la personalidad del hombre es el conjunto de sus relaciones sociales por su naturaleza con respecto al mundo, relaciones que hallan su realización mediante la actividad, mediante el conjunto de actividades diversas”. (Leontiev, 1983:150). Por tanto, para contribuir de modo efectivo a la formación de una personalidad plena en el ingeniero hay que desentrañar los avatares y regularidades de su actividad tanto profesional como social en general.
El término personalidad ha recibido diversas interpretaciones:
En el campo de la Filosofía se define como la que caracteriza al individuo humano como sujeto de las relaciones y la actividad cognoscitiva; es la persona en el sentido amplio de la palabra.
Una segunda acepción es la que identifica la personalidad con el sistema estable de rasgos sociales significativos, importantes, que caracterizan al individuo como miembro de una determinada sociedad o comunidad.
En la Psicología general se piensa la personalidad como cierto núcleo o principio integrador que relaciona en una unidad diversos procesos psicológicos del individuo infiriéndole la conducta, consecuencia y estabilidad necesarias. Las diversas teorías psicológicas sobre la personalidad se diferencian, en buena medida, a partir del contenido de ese principio integrador.
La Sociología por su parte centra la atención no en las particularidades individuales del hombre, sino en el sistema social donde el hombre se encuentra inmerso, y los roles y funciones sociales que desempeña en el mismo, así por ejemplo estudia la personalidad en la organización, en las regularidades que rigen la interacción social de los individuos, en los grupos sociales, etc.
En esta investigación se asume por personalidad una formación humana especial “producida”, creada por las relaciones sociales en las cuales el individuo entra a través de la actividad en el sistema de rasgos sociales significativos, incluidos los de la comunidad profesional.
El profesional forma su mundo interior mediante la apropiación, la interiorización, de las formas y tipos de actividad, a la vez que exterioriza en la actividad sus procesos psicológicos. De esta manera lo social (incluido lo profesional) y lo psicológico se estructuran en el individuo, en la actividad, de forma contradictoria e interconectados uno con otro de modo genético y funcional.
Pretender modelar la personalidad del ingeniero sólo explicándole al estudiante el encargo social que tiene ante sí como futuro profesional es algo quimérico. Se requiere estructurar un sistema de actividades que le permitan interiorizar su papel en la sociedad.

La relación entre lo cognitivo y lo afectivo

El proceso de enseñanza aprendizaje sólo es eficaz si se da a través de la relación entre lo cognitivo y lo afectivo. Los sujetos que participan en el proceso tienen necesidades, intereses y motivaciones que influyen en la relación alumno- profesor. Por un lado, no basta con que el profesor domine el contenido a impartir sino que sepa comunicarlo de manera afectiva, debe conocer las necesidades e intereses de sus alumnos, dándole una participación activa en el proceso, escuchando sus sugerencias, opiniones y problemas. Por otro lado, los alumnos deben estar motivados por la actividad de estudio, para que tenga lugar en ellos un proceso eficaz de asimilación del conocimiento. Para lograrlo la comunicación que se desarrolle debe ser dialógica, participativa, reflexiva y con empatía. “Por eso sólo el diálogo comunica. Y cuando los polos del diálogo se ligan así con amor, esperanza y fe uno con el otro, sólo así hay comunicación” (Freire, 1976:104).
En lo anterior expuesto se denota que el método actúa como facilitador de la comunicación y de la educación emocional, entendida ésta como “la habilidad que implica la comprensión de nuestras emociones y de las de los demás y de cómo se las puede expresar mejor para lograr el desarrollo personal.” (Steiner,1998:250). El método no sólo contribuye a la realización de los valores del contenido, sino que al permitir la actividad, la relación interpersonal hace coherente el comportamiento mediante diferentes técnicas que el profesor debe conocer y utilizar en dependencia de los objetivos a alcanzar y de las características del grupo.
El sujeto del aprendizaje coincide con el sujeto de la valoración, pues ambos procesos coexisten en un proceso de reproducción ideal de la realidad. En el contenido (conocimiento, habilidad y actitud) se expresa esa realidad, la que en sí misma posee un significado social y humano y por supuesto el profesor debe conocer, planificar, seleccionar y enseñar en el proceso, desarrollando la capacidad de valoración para que el estudiante se apropie de lo mejor de su cultura. Es importante que el profesor haga explícito en el proceso al estudiante el valor educativo de cada contenido.
Conocer las condiciones previas del alumno tanto desde el punto de vista cognitivo como afectivo es de suma importancia para que el profesor pueda a partir de éstas encaminar su trabajo futuro en ese estudiante o grupo, y darle un nuevo sentido a sus relaciones, teniendo siempre presente “que el conocimiento trata siempre de lo general y las circunstancias son particulares y con frecuencia las conexiones entre ambos casos no son evidentes, al menos para el alumno.” (Broudy. 1977; 194) De ahí la importancia del diagnóstico participativo de manera permanente como parte del proceso.

La relación entre lo normativo y lo significativo motivacional

La relación entre lo normativo y lo significativo-motivacional en el individuo, como principio, parte de la estrecha relación entre la norma y la obligación , y el significado y el motivo, por lo que en el proceso educativo se debe de ir en busca de esta relación. “Si experimentamos algo como un deber y no sólo sabemos abstractamente que rige como tal, el deber se convierte en objeto de nuestras aspiraciones personales. Lo socialmente significativo se convierte en personalmente significativo”. (Rubenstein; 1967: 700).
Las normas se establecen socialmente con el objetivo de lograr una actuación determinada en situaciones específicas, tienen un carácter obligatorio, pero éste se pierde cuando se actúa de forma consciente, cuando se asume el valor que los fundamenta.
En las actuaciones puede aparecer una contradicción, pues es muy difícil cuando éstas se realizan por factores internos, conscientes, produciendo cierta satisfacción, o cuando se actúa bajo determinada presión externa por temor a ser castigado o para estar a tono en una situación. Sin embargo, detrás de estos dos tipos de actuación hay una actitud positiva que permite la socialización del individuo en determinada circunstancia, dicho de otra manera, hay cierta dosis de respeto (por las normas, por uno mismo, por la sociedad). Cumplir las normas es una premisa para la educación de valores, “en ambos casos está presente la norma, en el primer caso como obligación y en el segundo como deber, aunque no existen acciones que se basen puramente en uno de ellos”. (Galbán, 1988, 93)
Cuando se habla de valores, de su formación y desarrollo, se refiere al aprendizaje como cambio de conducta. La competencia no se determina sólo por lo que las personas saben o entienden, sino por lo que pueden hacer (capacidades),lo que tienen el valor de hacer y lo que son ( personalidad y actitud). No siempre una persona inteligente es la más idónea y de mayor éxito en la profesión y en las relaciones sociales. En la conducta de los seres humanos se manifiestan estos elementos como un todo en la actividad. (Swieringa;1992:21)
El objetivo del proceso de enseñanza-aprendizaje es incidir cada vez más en la calidad de las acciones de los futuros profesionales, es decir, en la calidad de sus modos de actuación que debe contemplar a los valores para el éxito y la competencia social y profesional.
Según Swieringa el aprendizaje puede ser de tres tipos: informal, formal y consciente. Los dos primeros son aquellos aprendizajes que ocurren por imitación, o por recompensas y castigos, los que están menos asociados a las emociones y a los sentimientos y más a las experiencias. El aprendizaje consciente, consiste en ocuparse de manera consciente en aprender.
El ejemplo del profesor dirigido intencionalmente, la norma de disciplina en una clase, la exigencia en la entrega de tarea, etc., cuando se acompañan de una reflexión, son aprendizajes conscientes, es decir, que un “aprendizaje” del valor o de otro modo, la formación y el desarrollo del valor lo acompaña un proceso de enseñanza-aprendizaje donde se expresen las diferentes vías de éste. Dichas vías deben interrelacionarse en un proceso consciente e intencionado por los sujetos que lo integran en busca de una conducta consciente no sólo en el proceso de aprender a aprender, sino en la direccionalidad e intencionalidad valorativa de los contenidos de éste.

La relación entre valor y valoración

En cuanto a la relación entre valor y valoración, la valoración se ejecuta a través de los valores que posee el sujeto, y es la acción más directa en que éstos se manifiestan; ello se expresa al valorar cada objeto, suceso, idea y conducta. “La valoración conforma el propio sistema subjetivo de valores”. (Fabelo, 1996). Sólo se valora mediante los valores propios, es decir a través de contenidos valorativos, que se expresan en un constante proceso de valoración.
¿Qué debemos entonces desarrollar en la educación, los valores o la capacidad valorativa? ¿Es posible enseñar a valorar sin hacerlo? Es evidente que a la educación en valores la acompañan los valores y la valoración, ya que para valorar se requiere significados de valor que permitan saber apreciar dicho valor, caracterizar el objeto de valoración, establecer los criterios de valoración, comparar el objeto con los juicios de valor establecidos, refutar y criticar.
La interrelación entre la ciencia, la docencia y la profesión que permita modelar lo profesional en la actividad de estudio.
El análisis de la relación ciencia-docencia como regularidad da respuesta a la interrogante qué de la ciencia necesita el estudiante con qué lógica y sistema de conocimientos. Sin embargo, ante la pregunta para qué y por qué, tiene que precisarse a qué profesional se dirige dicho contenido y realizar entonces una nueva relación y adecuación de éstos a la necesidad de su perfil profesional.
Toda profesión existe con el fin de resolver determinado problema o encargo social, que debe ser respondido por un sujeto con capacidades y habilidades para darle solución. Es precisamente a partir de los problemas profesionales que se determinan los propósitos y aspiraciones a alcanzar en el estudiante, de éstos se derivan el objeto de la profesión y el objetivo de su formación, expresado en el modelo del profesional, como forma de materializar la relación Sociedad- Universidad.
Al asumir el hacer como la manera de formar a los hombres, la relación sociedad-profesión se torna núcleo central para la selección y estructuración del sistema de conocimientos, habilidades y valores profesionales que se deben formar en los estudiantes, no sólo en la actividad académica, sino en la de investigación y la práctica laboral.

El proyecto educativo como forma de organización.

El proyecto educativo debe comprenderse como parte del diseño curricular y de los objetivos estratégicos de la Universidad, todo ello como un sistema que integre los siguientes componentes: la misión de la Universidad, el objetivo estratégico de formación profesional, el modelo de formación de valores del profesional, los modelos de formación profesional, el diseño curricular de las disciplinas y asignaturas, los proyectos educativos de los años, grupos e individuales de los estudiantes. Ello requiere y exige una alta preparación de los profesores y de los trabajadores en general de la Universidad.
El proyecto educativo es la forma organizativa de la educación en valores, formula las finalidades educativas que se pretenden conseguir; debe estar dotado de coherencia y personalidad propia asociada a los centros estudiantiles, a los colectivos y a los estudiantes de manera individual; donde deben participar en cada instancia de su elaboración los representantes de todos los sectores de la comunidad educativa. (Ruíz, 1996: 137).
Su estructura debe estar conformada por dos aspectos: los componentes organizativos y el contenido educativo a alcanzar. Los componentes educativos son: el curricular, la extensión universitaria y la vida universitaria. El contenido educativo está compuesto por las dimensiones del modelo de valores del profesional; éstas son: ética, estética, cognitiva, técnica, político-ideológica, las que expresan lo que se desea alcanzar en el educando.
Con el objetivo de mostrar algunas ideas que existen referentes a los valores en la formación profesional a partir del modelo expuesto, es que se resume en la siguiente metodología los resultados de aplicaciones en el diseño curricular de diferentes carreras de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de Cuba.
Metodología para la determinación de los valores a desarrollar en la carrera, año, disciplina y asignatura
Primero: Definir la concepción de la profesión integrando lo sociohumanista y lo técnico y, derivar el sistema de valores profesionales.
Segundo: Definir para cada carrera el modelo de valores y su sistema, según la concepción de la profesión.
Cada carrera posee sus peculiaridades y rasgos específicos dado su objeto de actuación y su encargo social, de ahí que su diseño curricular o su modelo del profesional presente particularidades en los significados, sistemas y jerarquías de los valores profesionales. Por lo que debe darse un nivel de concreción de los significados de estos sistemas de valores a desarrollar.
Procedimiento para las comisiones de carrera:
1. Definir un modelo de profesional integral en la carrera, a partir de un enfoque sistémico y pluridimensional (dimensiones de la formación: ética, estética, político-ideológica, técnica e intelectual), donde quede explícito el modelo y el sistema de valores en sus objetivos. Ejemplos:
Desarrollar la comunicación interpersonal. Compañerismo
Profundizar en el sentimiento de identidad nacional. Patriotismo
Elevar la calidad profesional en la solución de los problemas del país. Responsabilidad
2. Definir los contenidos del sistema de valores de la carrera. Un momento importante es la definición de cada valor, puesto que para poder incidir en ellos, una definición clara de éstos es la primera orientación que se brinda para trabajar en las diferentes estrategias, no sólo en cuanto a su significación y contenido (que por supuesto depende del contexto), sino la relación con otros valores. Ejemplos:
En este trabajo se partió de las conceptualizaciones mas generales de los valores y se interpretaron en relación con la sociedad concreta y sus objetivos, del mismo modo, dicha conceptualización general se relacionó con la profesión desde sus modos de actuación y sus diferentes códigos de ética establecidos, determinándose además un conjunto de principios básicos para la actuación profesional como un paso hacia la operacionalización de los valores en las diferentes estrategias didácticas en busca de modelar lo profesional en la actividad de estudio: Entre algunos de ellos:
Honestidad: Cualidad de la persona que refleja rectitud en el proceder, compostura adecuada ante lo justo, el honor y la honradez. Significa actuar con sinceridad, sencillez y la verdad.
  • Verdad
  • Receptividad
  • Honradez
  • Sinceridad
  • Autenticidad
  • Valentía
  • Confianza
  • Fidelidad
  • Responsabilidad
  • Amistad
Principios:
  • Establecer relaciones con honradez, fidelidad, sinceridad y verdad, así como el respeto a las personas y al derecho intelectual y profesional de los demás.
  • Poseer una actitud crítica y autocrítica en sus relaciones, basando sus criterios en el conocimiento científico-técnico.
  • Ser sincero, no ocultar ni tergiversar la verdad, siendo veraz en los informes que realice.
  • Fomentar y ampliar la disciplina, el respeto y la fidelidad a su Patria, a través del cumplimiento de lo establecido en leyes, normas y obligaciones.
  • Ser participativo en la toma de decisiones, brindando todos sus conocimientos para determinar problemas, esclarecer situaciones o resolverlas.
Responsabilidad: Cualidad de la personalidad que implica libertad para decidir y actuar asumiendo las consecuencias que se deriven de las acciones. Es la actuación consciente y oportuna del cumplimiento cabal del deber contraído, y que brinda satisfacción su cumplimiento. Es compromiso y obligación.
  • Deber
  • Organización
  • Respeto
  • Disciplina
  • Sentido de pertenencia
  • Crítica
  • Colectivismo
  • Optimismo
  • Amor a la profesión
  • Libertad
  • Justicia
  • Honradez
  • Sinceridad
Principios:
  • Ser exigente consigo mismo y con los demás, a través del ejemplo.
  • Rechazar la pasividad, desarrollando la participación y el diálogo.
  • Combatir lo mal hecho, el pesimismo y la indolencia, promoviendo el optimismo en las soluciones.
  • Desarrollar el colectivismo en el cumplimiento de las tareas combinando la responsabilidad individual.
  • Poseer sensibilidad humana para percibir en la comunicación con los compañeros sus intereses, necesidades y sentimientos.
  • Desarrollar la entrega, la consagración y el amor a la profesión en el desempeño profesional.
Patriotismo: Sentido de amor a la historia y tradiciones de la nación, disposición plena a contribuir con la Patria. Significa sentido de pertenencia, que contribuye a la defensa de la independencia nacional y a la lucha por el desarrollo. Expresión de fidelidad ante sí, los demás y la adhesión a la realidad nacional.
  • Amor
  • Responsabilidad
  • Sentido de pertenencia
  • Fidelidad
  • Justicia
  • Libertad
  • Valentía
Principios:
  • Contribuir con la responsabilidad profesional, al desarrollo de la sociedad cubana.
  • Poseer una conducta digna de un ciudadano fiel a su identidad, participando activamente en la solución de los problemas sociales.
  • Conocer y hacer cumplir las leyes, códigos y normas que rigen su actividad profesional y ser consciente de ello en su actuación.
  • Comprender la realidad nacional y actuar en consecuencia en cuanto a lo económico, lo tecnológico y lo social.
  • Tener clara conciencia de la importancia de su profesión y, ponerla en función del desarrollo económico y social, con eficiencia, eficacia y pertinencia.
  • Estar dispuesto a defender con valentía y decoro las conquistas de la sociedad cubana.
  • Desarrollar el cuidado y la protección a la naturaleza y ,el respeto a la convivencia ciudadana.
  • Poseer sentido de independencia
  • Reelaborar los objetivos del plan de estudio de la carrera y de los años académicos, precisando las intenciones educativas. Ejemplos:
    • Desarrollar una conciencia ecológica en la actuación profesional.
    • Desarrollar una actuación ética durante su formación profesional.
    • Profundizar en la historia de la profesión.
    • Comunicar sus ideas oral y escrita correctamente.
  • Definir programas directores a partir de contenidos transversales o incorporación de nuevas asignaturas al plan de estudio que fortalezcan la formación sociohumanista.
  • Reelaborar los objetivos de la disciplina integradora.
Tercero: Determinar los subsistemas de valores de cada año académico.
El modelo del profesional de la carrera tiene definidos el sistema de valores del profesional y, los objetivos y los contenidos por años, que constituyen períodos educativos en la formación, de donde deben derivarse subsistemas de valores para la etapa, que permitan alcanzar una coherencia de intenciones educativas por todas las asignaturas y estrategias a realizar.
Procedimiento para la determinación del sistema de valores a formar y desarrollar por el colectivo de año.
  1. 1. Realizar el diagnóstico participativo a los grupos de estudiantes del año, definiendo las potencialidades, las limitaciones, los problemas y sus causas, que permitan llegar a conocer las características de los estudiantes, sus intereses, proyecto de vida y los valores (como aspiración y como carencias), para poder determinar un conjunto de influencias y acciones en el proceso de formación profesional. Ejemplos:
    1. Fortalecer las relaciones interpersonales, desarrollando actividades grupales y utilizando métodos participativos en clases.
    2. Fortalecer la motivación por la profesión, ampliando el intercambio con especialistas de la producción, vinculando el trabajo social a soluciones profesionales en la comunidad, potenciando el plan de estudio desde su interior en lo referido a los principales avances de la ciencia y la tecnología en su profesión.
  2. Determinar el sistema de valores a formar y desarrollar en el año académico y definir sus contenidos para ese nivel de formación desde un enfoque multidisciplinario, a partir de: los objetivos del año propuesto por la carrera y los resultados del diagnóstico.
  3. Adecuar los objetivos del año académico a las características de los estudiantes y a las particularidades del proceso.
  4. Reelaborar y adecuar los objetivos y el contenido de las asignaturas del año.
Cuarto: Determinar el sistema de valores a desarrollar por la asignatura en el proceso docente - educativo, teniendo en cuenta la profesión, la ciencia y el diagnóstico.
Dichos subsistemas de valores del año, se concretan y realizan en el proceso docente a través de los contenidos de las asignaturas del año: conceptual o cognitivo (decir y pensar), procedimental o capacitativo (hacer) y actitudinal (comportarse, ser); mediante los valores de la ciencia o ciencias que la conforman, los que deben ser identificados a partir de un enfoque integral en la comprensión de la ciencia y de la concepción filosófica con que esta se imparte. Los valores de la asignatura también se concretan a partir del sistema de valores definidos en el año.
Estas propuestas deben fluir e insertarse de los propios contenidos de las ciencias que se explican, es claro, que ello requiere una preparación y cultura del educador que tribute a eliminar la separación ficticia entre lo humanista y lo tecnológico, así como lo científico-cultural y lo político-ideológico. Ello requiere de un cambio en la concepción en que hemos estado viendo el trabajo educativo y significa una potenciación de éste desde la propia actividad docente-educativa cotidiana.
Por consiguiente cada profesor desde la ciencia que imparte tiene la posibilidad de desarrollar una concepción del mundo determinada, cuando aborda el condicionamiento histórico-social, el aspecto ético, jurídico, estético, sociológico y político, con el fin de formar profesionales con una cultura integral y revolucionaria.

Procedimiento para la asignatura

  1. Determinar el sistema de valores a desarrollar en la asignatura.
  2. Adecuar los objetivos de la asignatura integrando en ellos lo instructivo y lo educativo intencionando los valores en los contenidos (conceptual, procedimental y actitudinal); en los métodos y la evaluación.
  3. Incorporar al proceso contenidos y métodos que potencien lo socialmente significativo definido en el modelo de profesional, reforzando así la formación sociohumanista desde la profesión y el acercamiento al perfil profesional. Entre algunos contenidos están:
    • La ética profesional acorde a la realidad nacional e internacional.
    • La concepción filosófica de la ciencia que se trata haciendo énfasis en su no neutralidad.
    • El conocimiento de la historia de la profesión.
    • La preparación en metodología de investigación.
    • Los principales avances de la ciencia y la técnica y sus impactos y consecuencias en Cuba y en el mundo, en el orden ecológico, social, político y cultural.
    • Las reglamentaciones jurídicas y de derecho de la profesión, ejemplo: la propiedad intelectual.
    • Los desafíos de la economía cubana y el Sistema Nacional de Ciencia e Innovación Tecnológica.
    • Intervinculación de los avances de la ciencia y la tecnología con otras formas del pensamiento social, ejemplo: el económico.
Quinto: Definir las estrategias didácticas de ejecución y evaluación en cada asignatura.
Este aspecto se refiere a cómo llevar a cabo el aprendizaje a partir de un modelo que pone énfasis en el proceso, en la relación, donde el estudiante es considerado una individualidad a desarrollar en sus interrelaciones grupales y sociales
Se trata de aplicar una didáctica que se dirija a preparar al hombre para la vida.
El modelo didáctico que se propone es basado en una Educación Integrada, que significa la integración de todos los procesos universitarios hacia la formación y el desarrollo de los valores: en lo académico, lo laboral y lo investigativo; también en el aspecto curricular, el extracurricular y la vida universitaria en general; del mismo modo los procesos instructivos y educativos, así como, de los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje, todos con el objetivo de incidir en la personalidad del estudiante en la formación profesional.
Entre las cualidades de las estrategias a seguir están: problematizadora, participativa, valorativa, creativa, integradora, sistémica, flexible y grupal. En estas estrategias el diálogo, la reflexión, los sentimientos, las motivaciones son el ejes centrales.
El aprendizaje grupal, basado en el desarrollo de la individualidad a partir del grupo permite lograr la unidad entre lo afectivo y lo cognitivo, establecer la relaciones entre lo social y lo individual de cada personalidad, teniendo como principios:
  • La unidad de la comunicación y la actividad.
  • El carácter social del aprendizaje.
Entre algunas de las estrategias tenemos:
  • Establecer y consensuar en el colectivo estudiantil las normas de conducta a seguir en las relaciones interpersonales, y mostrar éstas a través del ejemplo del profesor.
  • Desarrollar estudios de casos que permitan realizar juicios de valor y ejercer el análisis crítico y reflexivo.
  • Realizar la autoevaluación como forma de evaluación .
  • Desarrollar la capacidad de valoración y de estimación, mediante los métodos y técnicas participativas y problémicas.
Hasta aquí sólo se han expresado algunas ideas que se vienen aplicando en la formación profesional en algunas Facultades de Ingeniería y Arquitectura, como resultado de un fuerte trabajo de investigación educativa y metodológico, que ha conducido a arduos esfuerzos en la preparación de los profesores, e incluso a definir un modelo al cual se debe aspirar. Es menester aclarar que todo este perfeccionamiento se enmarca en la Planeación Estratégica para el nuevo milenio que tiene como uno de sus objetivos principales la Formación de Profesionales Integrales capaces de dar respuesta a los nuevos retos que se imponen.
“La vida debe ser diaria, móvil, útil y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles. Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir más.”(José Martí)

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